Capítulo 22 - Lacerante e insospechado diagnóstico

405 64 2
                                    


—Buenos días.

—Buenos días, señor Park.

—¿Cómo va todo?

—De maravilla.

—Muy bien. Si me necesitas, estaré en mi despacho.

El empleado le ofreció una reverencia a Seonghwa, antes de que éste se encaminara a su oficina con seguros y tranquilos pasos.

Ese día regresó a su rutina, Yeosang ya había vuelto a Vancouver. Pero, pese a los días que disfrutó al lado de su esposo, se sentía cabizbajo, un poco frustrado y algo desesperado. Porque no tenía más remedio que esperar otro tortuoso año. De alguna extraña manera presentía que sería más complicado y aún más extenso que el anterior. Sin embargo, no podía hacer nada. Tenía que conformarse con las llamadas, los textos y los correos electrónicos que su joven consorte le enviaba.

Suspiró con melancolía mientras se acomodaba en su acolchada silla de piel. Miró por un momento la pila de papeles que descansaban sobre su escritorio, y dejó salir de nuevo el aire que retuvieron sus pulmones, comenzando a desear que el trabajo lo mantuviera lo suficientemente ocupado para no tener que sentirse tan afligido.

Tomó la primera carpeta del montón, dispuesto a comenzar con su trabajo pendiente y, cuando se disponía a revisarla, su teléfono comenzó a sonar. De inmediato una pequeña sonrisa apareció en sus labios, y levantó ambas cejas cuando presionó la tecla para contestar.

—Hola, mamá.

—Cariño, ¿cómo estás? ¿Yeosang ya se ha ido?

—Estoy bien y, justamente se fue hoy, hace un par de horas.

—Creí que se quedaría contigo más tiempo —mencionó la mujer, y su voz sonó un tanto decepcionada, así que Seonghwa no pudo evitar morderse el labio inferior por la resignación. Realmente intentó persuadir a su esposo de permanecer un día más en Corea.

—Dijo que tenía unos documentos que arreglar antes de que el curso empezara. No creas que no le pedí que los dejara para después y se quedara un día más, pero me fue imposible convencerlo.

—Entiendo, hijo. —Suspiró ella—. Pero, ya verás que estos meses pasarán rápido.

—Sí, mamá.

—Te amo, cielo.

—Y yo a ti.

La mujer colgó y Seonghwa observó la pantalla de su móvil por unos segundos más. Volvió a pensar en Yeosang, y una suave pero triste sonrisa adornó su rostro, porque si no fuera por sus "latosos" primos que aún vivían en su casa, estaba seguro que en esos momentos se sentiría verdaderamente solo. Era un "alivio" que su estricto tío les hubiera dejado bajo su cuidado, argumentando que podrían aprender muchas cosas de él, sobre todo disciplina, que buena falta les hacía.

 Era un "alivio" que su estricto tío les hubiera dejado bajo su cuidado, argumentando que podrían aprender muchas cosas de él, sobre todo disciplina, que buena falta les hacía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
𝑬𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 (𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒔𝒂𝒏𝒈)Where stories live. Discover now