Capítulo 4 - Imaginario y decepcionante pensamiento

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     —Usted es un bruto —se quejó Yeosang una vez que habían regresado al cuarto que compartían mientras se sobaba la mano. Seonghwa entrecerró los ojos, y de repente se acercó demasiado al muchacho, haciendo que éste diera un paso hacia atrás.
—Te mereces eso, y más —declaró el mayor con los ojos entrecerrados.
Yeosang frunció los labios y Seonghwa caminó hacia la mesita al lado de la cama para tomar sus pertenencias. Suspiró sonoramente, tomó la maleta de Yeosang que estaba sobre el colchón, y se acercó de nuevo a Kang para dársela.
—Es hora de irnos. Ya pensaré que hacer llegando a Corea —aclaró Seonghwa, caminando hasta la puerta para salir. Yeosang bufó por lo bajo y enseguida siguió a su jefe.

    —Adiós mamá, cuídate mucho —se despidió el empresario, dándole un beso a la mujer en la frente mientras Yeosang y él permanecían bajo el marco de la puerta principal

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    —Adiós mamá, cuídate mucho —se despidió el empresario, dándole un beso a la mujer en la frente mientras Yeosang y él permanecían bajo el marco de la puerta principal.
—Claro, tesoro. Ustedes también cuídense —respondió la mujer, acercándose al universitario para darle un cálido abrazo. Yeosang le sonrió con terneza y no dudó en corresponder su gesto de la misma manera—. Tu padre pedirá unas vacaciones en la compañía. Tal vez mañana por la noche estemos en tu casa, hijo. Hace años que no vamos a Seúl —comentó la mujer, con una enorme sonrisa en sus labios rosados mientras su esposo la tomaba de la mano.
Seonghwa abrió más los ojos, sorprendido, y de inmediato les regaló un simpático gesto mientras observaba de reojo a Yeosang.
—Es maravilloso, mamá.
Yeosang también les mostró sus blancos dientes a los padres de su jefe, y luego sintió cómo éste lo tomaba de la mano, entrelazando sus dedos para caminar a la calle, donde un taxi los esperaba para llevarlos al aeropuerto.
Kang se inclinó ante los señores Park de nueva cuenta, y Seonghwa les dedicó un ademán de despedida antes de que ambos abordaran el vehículo para marcharse.
—Ni hablar, vas a tener que mudarte a mi casa de inmediato —mencionó Seonghwa, recargando su cabeza en el asiento del taxi. Cerró los ojos un momento y de pronto sintió un golpe en el brazo que lo hizo quejarse.
—Usted cree que todo es esto es muy fácil, ¿no? —apuntó Yeosang, cruzándose de brazos y entrecerrando los ojos. Seonghwa lo miró, molesto, y comenzó a sobarse donde el muchacho lo había golpeado.
—Sí. Por eso te estoy pagando. Además, ¿no dijiste que me ibas a ayudar con esto? —Yeosang se encogió de hombros y agachó la mirada, suspirando largamente—. No le veo el problema, niño. Mis padres sólo estarán un par de días en mi casa. Eso será suficiente para dejarlos convencidos de que somos una pareja muy feliz, y ya después se me ocurrirá algo para hacerles saber que me has dejado —declaró Seonghwa, recargando de nuevo su cabeza en el asiento mientras sonreía con burla. Volvió a cerrar los ojos, y otra vez sintió un golpe en su brazo, pero un poco más fuerte que el anterior—. ¡Qué te pasa, mocoso!
—¡¿Así que yo voy a ser el que rompa el compromiso?! ¿¡Por qué mejor no les dice que fue usted el que me dejó!? ¡¿Por qué tengo que ser yo el malo?!
—¡Porque yo soy su hijo! ¿Cómo se te ocurre que seré yo el que destruya sus sueños de verme casado? Además, cuando mi madre tenga que consolarme por mi 'tristeza', es seguro que no volverán a insistir para que tenga otra relación.
Yeosang frunció el ceño y vio a su jefe con desaprobación, pero, el duro pensamiento de que eso sólo era por trabajo, lo hizo descruzar sus brazos y suspirar profundo ante la resignación. Después de todo, necesitaba el dinero.
—Está bien, yo seré 'la mala persona', pero va a tener que pagarme más. Esto tiene que valer la pena —refutó, haciendo reír a Seonghwa de oreja a oreja mientras tomaba la barbilla de Yeosang con un par de sus dedos para zarandearlo con suavidad.
—Lo que quieras. Incluso te puedo hacer un contrato con tus exigencias, si eso te hará sentir mejor.
Yeosang abrió un poco más los ojos, pero no estaba seguro de lo que le había dicho su jefe, porque el suave agarre que el hombre tenía sobre su rostro, causó que su corazón acelerara sus latidos. El joven sintió sus mejillas calentarse, y de pronto alejó la mano de Seonghwa de su mentón, carraspeando con ligereza.
—S-sí, bueno... eso estaría bien... —respondió con desenfado al tiempo que giraba la cabeza en dirección contraria a donde estaba su jefe. Suspiró en silencio, y observó por el reflejo del cristal como Seonghwa se recargaba de nuevo en el asiento.

𝑬𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 (𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒔𝒂𝒏𝒈)Where stories live. Discover now