Capítulo 11

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Querida Hermione:

Esta carta tiene un motivo deprimente... tu madre ha tenido un accidente y está en el hospital. No te llamé ya que ella no quería que supieras para que no te preocuparas, pero lastimosamente cayó en estado de coma profundo ayer por la tarde... y es posible que ya no vuelva a despertar.

Supuse que tenías derecho de saberlo, así que no me importó lo acordado y te escribí ésta carta informándote de lo sucedido... es una noticia muy devastadora y triste para mí. Lamento si fui muy duro y directo mientras escribía... pero en éste momento estoy totalmente... bueno; no tengo las palabras específicas para describírtelo.

Digamos que mi estado de ánimo no es muy alto.

Te escribiré pronto para notificarte si ocurre alguna mejora. Te amo. Nunca lo olvides, mi pequeña.

Atte: Thomas, tu padre.

Al terminar de leer la carta la solté de mis manos, dejándola caer en la mesa. Una lágrima salió de mis ojos e instantáneamente mis labios pronunciaron un leve "noo..." en forma casi de suspiro.

Comenzaron a caer más lágrimas sobre mis mejillas y mis manos. Observé como Harry se levantó de la mesa y caminó hacia mí. Él me abrazo cálidamente y yo empecé a llorar sobre su pecho.

No podía creer lo que leí. Mi madre, una de las personas más fuertes que conozco, en coma... esa estupenda mujer que me crio, cuidó y educó durante toda mi infancia. La que me acompañaba a todos sitios para asistir a los eventos que más me gustaban, el apoyo incondicional que siempre tuve conmigo... no... no quería aceptarlo. Pero en mi interior sabía que era la verdad.

Era muy doloroso para mí saber que tal vez nunca la volveré a ver sonreír, caminar, hablar... así como antes. Sentí un dolor desgarrador en el corazón. ¿Por qué? ¿Por qué a mama? ¿Qué había hecho ella?

Siempre me dijeron que tenía que ser valiente y no dejarme derrotar, no importe cual problema se avecinara... pero esto era simplemente mucho para mí.

Le pedí a Harry que nos fuéramos del restaurante, pero él se negó. Me dijo que necesitaba comer para sentirme mejor... yo le rogué, pero él no aceptó. Intenté tranquilizarme y paré de llorar; aunque en mi interior aún brotaban lágrimas sin parar.

Desayunamos, y de cierta forma eso me ayudó, dándome a demostrar que mi primo tenía razón. Cuando terminamos de comer regresamos a la casa. Al entrar, yo fui directamente a mi habitación y me quedé ahí encerrada.

Los chicos vieron mi reacción y sólo se quedaron observando a Harry, quién dio un gran suspiro y les contó todo lo sucedido.

Pasé absolutamente todo el día en mi cuarto. Harry me subía la comida para que no me sintiera débil. Yo la aceptaba y me la comía... pero luego volvía a cerrar la puerta de mi habitación y me quedaba ahí adentro.

Cuando llegó la noche yo seguía triste. Era mucho menos que en la mañana, pero aún conservaba un poco de tristeza.

Me recosté sobre mi cama un momento, pero a los pocos segundos alguien tocó la puerta. Supuse que era mi querido primo Harry, ya que me dijo que volvería para despedirse de mí.

Y así fue.

Era él para decirme que descansara y que ya no estuviera tan desanimada. Me abrazó y besó mi frente, luego se fue a dormir. Yo cerré la puerta nuevamente y me recosté en ella. Me quedé ahí unos minutos hasta que escuché que intentaban abrir la puerta. Me separé y me puse enfrente de ella. Esta persona abrió la puerta y entró a mi habitación.

— ¿Cómo estás, Hermione? — cerró la puerta silenciosamente sin dejar de verme. No le respondí, solamente me quedé viéndolo. En ese momento no podía ni hablar. Se acercó lentamente a mí — ¿Ya te sientes mejor? — me preguntó con un tono amable y comprensivo. Nunca lo había escuchado hablarme de esa manera.

— Un... un poco — dije suavemente. Es cierto, me estaba calmando un poco... pero seguía con la preocupación de mi madre. Comencé a recordar cuando leí la carta ¿y si le pasaba algo? Simplemente con solo pensarlo sentí que me volvía a derrumbar.

Intente controlarme. No quería que Draco me viera llorar, pero sin querer derramé una lagrima, a lo que parece él se dio cuenta. Se acercó y me abrazó. No era un abrazo sucio ni con intenciones de tocarme... lo sentía lleno de cariño y protección. Respondí su abrazo y nos quedamos así por un tiempo.

Me sentía segura en los brazos de Draco.

Me alejó un poco, yo en ese momento me asuste ya que no quería tenerlo lejos. Vi como metió su mano en su bolsillo y saco una cajita de chocolates.

— Ten. Los conseguí para ti — me los entregó. Yo me sorprendí. Amaba el chocolate y siempre me ayudaba en momentos de tristeza. Pero... ¿cómo lo supo Draco? al parecer pudo saber lo que pensaba y me dijo: — por ahí alguien me dijo que te gusta mucho el chocolate.

— ¿Harry? — dije tomando la bolsita. Una sonrisa se formó en mi rostro. No sé por qué, pero el simple hecho de que Draco haya hecho eso por mí me subió mucho el ánimo. Él rio un poco ante mi comentario — Gracias, Draco — lo abracé y le di un beso en la mejilla. Me separé de él y fui a poner los chocolates en la mesita. Cuando volteé pude verlo con una cara de asombro. Claro, él siempre era el que me besaba, así que supongo que fue una sorpresa que yo lo besara ahí.

Fue acercando más su cara a la mía. Yo también lo hice. No sé por qué... pero quería besarlos... quería sentir esos hermosos labios sobre los míos.

Y así pasó.

Draco me besó, pero no fue como los besos que él me daba. No jugó con mi lengua. No me mordió. No metió su lengua en mi boca. Nada... él realmente me besó y fue el mejor beso de la vida.

Sus labios se movían suavemente sobre los míos, como si tuviera temor que me rompiera. Me tomó de la cintura con un gesto tan protector que me dieron ganas de llorar. De a poco se fue separando de mí y pude ver un brillo en sus ojos. Eso hermosos ojos color mercurio que tanto me cautivaban.

Apareció una leve sonrisa en su rostro, la cual era tierna y cálida. Una sonrisa perfecta, después de un beso perfecto.

El placer de tu inocencia [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora