II (18+)

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Milena

Llevábamos cerca de media hora platicando sobre cosas banales y aún así, aunque odiara admitirlo, Kendrick Colleman parecía un hombre bastante interesante.

—Usted... ¿frecuenta mucho este lugar? —fue mi siguiente pregunta.

—Siempre que me es posible —confirmó —. Este y otros lugares similares. —Levanté las cejas, claramente sorprendida.

¿Cuántos lugares iguales podría haber dentro de la ciudad?

Probablemente más de los que imaginaba.

—¿Desde cuándo? —Quise saber.

Dejó escapar una risa ronca y viril. Me miró como a una pequeña niña ávida de conocimiento.

—Soy curiosa. —Me encogí de hombros.

—¿Por eso estás aquí?, quiero decir, no pareces el tipo de persona que suele frecuentar estos sitios como este.

—Y no lo hago —confirmé —, es la primera vez... En respuesta a su pregunta, sí, mi incesante curiosidad fue la que me trajo hasta aquí.

Asintió, observándome detalladamente.

—¿Por qué decidiste venir sola? No sabías las cosas con las que te podías encontrar. Lo que pasó hace un rato es prueba de ello.

—Tiene razón, de haber venido acompañada, no habría necesitado su ayuda, señor Colleman.  —Comenté, para después tomar un sorbo de mi copa de vino, deleitándome con el sabor afrutado.

—De cualquier forma habría encontrado la manera de acercarme a tí —dijo con seguridad.

Me relamí los labios de manera inconsciente. Kendrick observó atentamente mi acción. En ese momento supe una cosa; estaba perdida.

Nuestras miradas se conectaron de una manera intensa, como si quisiéramos descubrir todo el uno del otro a través de nuestros ojos. La tensión sexual que se creó entre nosotros era palpable, jamás había tenido sensaciones tan arrebatadas como en aquel momento.

—¿Te gustaría acompañarme? —Formuló la pregunta aprovechando el momento y la burbuja que se había creado a nuestro alrededor.

¡Mierda!

—¿A dónde exactamente? —pregunté, sin dejarle ver lo nerviosa que me sentía.

Curvó la comisura de su labio, como si esa fuera la pregunta que estaba esperando.

—A la primera sala —dijo, apuntando con su mirada un pequeño pasillo al fondo del lugar.

Me debatí mentalmente por unos segundos. El alcohol ya había comenzado a hacer de las suyas en mi sistema.

—No tienes de qué preocuparte —dijo al notar mi vacilamiento —. Nadie se te va a acercar si no quieres —agregó.

Es por lo que estás aquí, ¿recuerdas?... Para descubrir cosas nuevas.

Por un momento no me permití pensar las cosas y simplemente actué. Tomé su mano, conciente de lo que estaba por hacer.

Ahora sí vas a tener el espectáculo que tanto esperabas, Milena.

Decía mi pequeña "yo" interna.

Me dejé guiar por él a través del pasillo, hasta detenernos frente a una puerta de madera negra.

—¿Tienes alguna idea remota de lo que hay tras la puerta? —preguntó, queriendo asegurarse de mi nivel de inexperiencia, probablemente.

—Supongo que... personas teniendo sexo —dije con ligera duda.

El mentor © #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora