XXXVIII

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Milena

—¡Maldita!...

Observé uno de mis zapatos volar por el aire y caer sobre la cama, a escasos diez centímetros de mi objetivo.

—¡Bruja!...

El otro zapato se estrelló contra el suelo, con un sonido sordo.

—¡Arg!... —Caminé de un lado a otro. Mi habitación de repente parecía demasiado pequeña. Me sentía como un león enjaulado.

Tomé un par de vestidos ligeros y los aventé con la misma saña, al interior de la maleta.

¡Tres semanas! Tres malditas semanas aguantándome los comentarios venenosos de Tessa. Aún podía escuchar su odiosa voz:

"Tus padres son maravillosos, Ulrik. Fueron tan atentos conmigo. Y estaban encantados de que Kendrick y yo hubiéramos ido a visitarlos. Tu madre ¡Dios! Tu madre ¡Que mujer tan encantadora!... Me dijo que prácticamente ya era de la familia".

Volví a gruñir.

Nada más de recordar su maravillosa historia en la última reunión, sentía que pronto se me desarrollaría un aneurisma del coraje. Maldita. Si, ya lo tenía, si, había conseguido que Kendrick se fijara en ella y que le propusiera incluso una relación más formal ¿Qué chingados ganaba haciéndomelo saber?

¿En serio? A eso se le llama marcar territorio. Está diciendo ¡Hey! ¡Zorra! No pierdas el tiempo acercándote porque tengo el territorio ganado con este hombre.

Casi podía ver a mini Milena rodando los ojos.

Como siempre, le dí la razón.

Los últimos días se había vuelto la noticia favorita de las revistas de sociales y programas de chismes, tras la filtración de una serie de fotografías de paparazzi. El reservado e inalcanzable Kendrick Colleman tenía novia.

Recordé el sonido de mi corazón rompiéndose cuando ví esas fotos por primera vez. La feliz pareja (Nótese el sarcasmo) en un restaurante, siendo fotografiados en situaciones que dejaban ver que aquello era más que una amistad; Tessa tomando de la mano a Kendrick o acariciando su mejilla, y él con esa jodida sonrisa que me erizaba la piel y me hacía dudar de mi propia existencia.

¿Lo que más me había afectado de esas imágenes?

El escenario. Conocía a la perfección el lugar, era el Royal. Si. El mismo club disfrazado de restaurante fancy, en el que había conocido a Kendrick.

Desde que esas fotos se habían filtrado, unos días atrás, mi mente no había parado de atormentarme con los recuerdos de aquel primer día, en el que todo esto había comenzado; pero en vez de ser yo quien lo protagonizaba, ahora era ella.

¡Mierda!

No había nada que quisiera más que el puto Paradise Center estuviera listo, para así poder deslindarme por completo de Arquitech, de Kendrick y de su maravillosa nueva relación con la rubia.

Definitivamente, nuestros propios pensamientos a veces podían convertirse en nuestro verdugo.

Agité la cabeza, disipando esas perturbantes imágenes. No iba a volver a aventarme a ese pozo oscuro. No, señor. Ni madres.

La jodida Tessa Maxwell, podía ser muy la novia y tratar de alejar a las zorras, pero había algo en lo que me subestimaba. Y es que yo no era una pobre zorrita, sino una perra bien hecha. Y estaba segura que a esta perra, ni el puto Dios todo poderoso, Kendrick Colleman, mentor de la prevesión; iba a poder olvidarla.

Terminé de empacar mis cosas para el viaje y me preparé para ir al club.

Esa noche bailé como nunca. El baile era mi salida de escape a todo lo que me atormentaba. Imaginé a Kendrick ahí sentado, hasta el frente, como el primer día, sin poder despegar sus ojos de mí; imaginé a Tessa, tragándose sus palabras; y, más que imaginar ese otro para de ojos desconocidos, los pude sentir, pude sentir su intensidad, desde alguno de los puntos más apartados y oscuros del lugar, mis vellos se erizaron ante la sensación. Era casi como si pudiera tocarme con su mirada. Yo lo sabía. Estaba segura. Anonymous, estaba ahí. Pero ¿Quién de todos ellos era?...

El mentor © #PGP2023Where stories live. Discover now