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Kendrick

La tarde comenzaba a hacerse larga entre tantas cosas que ordenar. Llevábamos semanas revisando las cuentas; las inversiones, el capital aportado por los socios de cada complejo que se había construído de un par de años atrás, a la fecha; revisamos ingresos y egresos. Estábamos trabajando en volver a revisar y dejar todo claro en los libros contables; hasta la compra de un jodido lápiz, si era necesario. Aún no teníamos idea de en dónde se encontraba el hoyo negro. Los proyectos eran muchos y el manejo de dinero, una locura. Estábamos hablando de millones y millones de dólares. Pero estaba seguro de que cada día nos acercábamos más al responsable.

No pude mantener más tiempo a raya a Nathan, después de todo, él era de los que más conocimiento tenían en el área contable y administrativa; así que tomé el riesgo. Decidí que era momento de ponerlo al tanto de la situación así que esa misma mañana nos habíamos encerrado en mi oficina durante un buen rato. Realmente pareció sorprendido, cuando le comenté lo que sospechaba pero aún así no me fiaba de nadie.

Era verdad que Nathan llevaba años siendo mi amigo, desde la universidad, para ser exactos y siempre lo había considerado como mi segundo hermano. Me apoyó cuando más lo necesité, me apoyó cuando Astrid murió y después, cuando lo de Ulrik. Sin embargo, sabía que la duda era mi mejor arma en aquel momento, y es que, en ocasiones, de la persona que menos lo esperas, es de quien recibes la puñalada en la espalda.

El vaivén insistente del pie de Tessa comenzaba a crispar mis nervios. En cuanto Nathan se marchó de mi oficina ella se internó sin intenciones de salir, si no era para que fuéramos a comer. En ese momento se encontraba sentada en uno de los sillones, con su tableta en mano y las piernas cruzadas, meciendo su pie que quedaba en el aire.

No encontraba la manera educada decirle que la quería fuera de mi oficina.Ya había intentado de todo; que tenía mucho trabajo (Lo cual era cierto), que no creía poder despegarme del escritorio por el resto del día, que estaba esperando una llamada importante (Que también era verdad); en fin, nada parecía dar resultado.

Suspiré con hastío.

Todo lo que pasaba últimamente me estaba rebasando y luego estaban esas jodidas fotografías que quién sabe quién había filtrado a las revistas de chismes. Sabía muy bien que la había cagado al invitarla a cenar la otra noche, me estaba comportando de una manera estúpida, sólo por tratar de no pensar en Milena.

Supuestamente había llevado a Tessa al Royal, porque era un lugar íntimo, donde todos los asistentes conocían las reglas (O al menos los que sabían del verdadero giro del lugar, que era la mayoría) y la más importante era la privacidad. Estaba seguro que eso era cosa de alguien que quería joderme.

Pero yo no tenía enemigos, al menos no que fueran de mi conocimiento. Los únicos que podrían buscar hacerme mierda eran los familiares de Astrid, pero eso sólo sería posible si conocieran la verdad, lo cual podría jurar que no era así.

¡Maldita sea!

El caso es que las estúpidas fotos, sólo habían servido para alentar la insistencia de Tessa y eso sólo le afectaba más a ella, pues yo estaba a nada de mandar todo a la chingada y no quería lastimarla ni que pensara que sólo jugaba con ella. Maxwel era una excelente relacionista pública y diseñadora, una profesional intachable y una buena amiga; era una mujer bella, sin duda; pero en mi cabeza, en mi corazón (Aunque suene ridículo) y en mi vida, ya había una mujer y difícilmente iba a cambiar. Aún si mi destino era mantenerme lejos de ella.

—Señor...—La voz de Susan me sacó de mi burbuja.

Oprimí el botón en el intercomunicador para responder.

El mentor © #PGP2023Where stories live. Discover now