XLVI

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Milena

Las escenas de lo que había pasado unas horas antes, se repetían, una y otra vez, en mi mente. Aunque mi cuerpo se encontraba limpio, aún podía sentir toda aquella suciedad sobre mí.

Ni siquiera había podido terminar aquella conversación con André, lo que volvía más frustrante mi situación. Había quedado exactamente igual que al inicio; con las manos vacías, sin información para ayudar a Kendrick y con un sabor amargo en la boca; y es que, el que nos hubieran atacado de esa manera, pero sobre todo, la respuesta que tuvieron mi padre y sus hombres, me daba pie a pensar lo peor de él.

André era un hombre mentiroso, sin escrúpulos y ahora, también estaba segura, más que nunca, que sin importar a lo que se dedicara realmente, significaba un enorme peligro. Ya ni siquiera me interesaba averiguar quién era mi progenitor en realidad, eso sólo le sumaría más decepciones a mi vida, seguramente. Lo único que me interesaba obtener de él, eran las pruebas que había prometido.

Sólo esperaba que todo aquello que había dicho no fuera una mentira del muy hijo de mi abuela, que por lo menos cumpliera sus promesas.

Una vibración me trajo de vuelta a la realidad. Seguí el sonido hasta la bolsa del pantalón que había llevado puesto esa tarde, durante el ataque, y saqué mi teléfono, el cual sonaba con insistencia. El nombre en la pantalla me aceleró el corazón.

—Ulrik —Me apresuré a responder.

—Hola, Lena.

—¿Pasó algo con Kendrick?, ¿Tienes alguna información?—. Pregunté, ansiosa. Lo escuché reír antes de responder.

—A decir verdad, sí, por eso te llamo —Una sonrisa estúpida se dibujó en mi rostro. Al fin algo bueno en medio de tanta mierda —, Greco tiene un pase de visita para tí...

—¿De verdad? —Lo interrumpí, ahogando un grito de felicidad. Por fin iba a poder verlo.

—De verdad —consintió —. He estado llamándote desde hace un par de horas, pero no respondías, ¿Te encuentras bien?

—Está todo bien, Ulrik. Es sólo que, estuve toda la mañana metida en la sala de juntas con mis jefes. Tú me entiendes. —Mentí a medias.

Hubo un silencio.

—¿Ulrik?...—Miré la pantalla, sólo para confirmar que no se hubiera cortado la llamada.

—Eh...esto... sí, sí... claro que lo entiendo, Lena, no te preocupes... Disculpa, es que estaba recibiendo otra llamada —Se excusó —. Eh... estoy a un par de minutos de tu oficina. Sí estás libre, puedo pasar a buscarte para llevarte con Kendrick.

—¡No! —respondí de golpe. Arrepintiéndome enseguida de haberlo hecho. Me golpeé mentalmente —. Lo siento —dije, obligándome a tranquilizarme —. No tienes que buscarme en Ferguson, pedí el resto del día libre, es que, no me sentía muy bien.

Si fueras Pinocho, tu nariz ya le habría dado la vuelta al mundo.

Mini Milena tenía razón. Me estaba convirtiendo en una mentirosa profesional, y no me enorgullecía, a decir verdad.

—¿Estás segura que sólo es eso?

—Sí, segura... Entonces, ¿Crees que puedas venir a buscarme a mi departamento? —Desvié el tema.

—Por supuesto, en quince minutos estoy ahí, ¿Está bien?

—Bien, aquí te espero... y, Ulrik... gracias por todo lo que estás haciendo.

—No tienes nada que agradecer, Lena. Todo esto es por tí... y por mi hermano, desde luego. Te veo en un rato —dijo, antes de cortar la llamada.

Comencé a alistarme para ir a ese horrible lugar donde me esperaba el amor de mi vida.

El mentor © #PGP2023Onde histórias criam vida. Descubra agora