XXII

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Milena

Bajé de un salto del regazo de Kendrick, cubriendo mis pechos con mis brazos, pero, maldita sea, mi diminuta tanga de encaje tampoco cubría lo suficiente. Ulrik recorrió mi cuerpo con su mirada. Lo que vi en ella estrujó mi pecho: Decepción. Me sentí una mierda.

Con movimientos torpes, recogí mi ropa, en tanto Kendrick se ponía en pie rápidamente y echaba andar detrás de su hermano, quien se dirigía de nueva cuenta al elevador, vociferando cosas sin sentido.

Me interné en el baño de visitas para poder vestirme y tranquilizarme. El momento había sido vergonzoso, y no entendía por qué exactamente, pero me sentía una traidora al haberle ocultado a Ulrik lo que pasaba con Kendrick. Habíamos tardado mucho tiempo en hablarle sobre nuestra relación.

¿Por qué mierda la vida era tan jodida que había tenido que llegar justo en ese momento? ¿Por qué no mientras cenábamos? ¿O cuando estuvimos en el sofá sin hacer nada?

—¡Eres un jodido hijo de puta, Kendrick! ¿Otra vez? ¿Por qué?... ¿Por qué ella?... Seguramente ya la arrastraste a tus mierdas ¡¿Verdad?! —Los gritos de Ulrik me sobresaltaron. Necesitaba salir del baño y ver lo que estaba pasando.

Muy en el fondo sabía que Ulrik esperaba de mí mucho más que una simple amistad. Lo sabía y por estúpida había minimizado el hecho, creyendo que mientras no alimentara esa idea todo iba a estar en orden. Gran error. Debí haber sido clara con él desde el inicio, cortar de tajo cualquier ilusión o esperanza que tuviera. Pero ya era tarde para eso.

Un golpe seco se escuchó y después cristales rompiéndose. Salí del baño y corrí hasta la sala de estar. Ulrik abandonaba el Pent-house como alma que lleva el diablo, mientras Kendrick comenzaba a levantarse del suelo, apoyándose de las pequeñas escaleras que dividían el recibidor de la sala. 

¿En qué puto momento aquello había acabado en golpes?

Kendrick estaba bien, no había sido  más que un labio roto. La reacción de Ulrik me pareció desmedida y sorprendente. Jamás lo había visto actuar de esa manera. En la vida se me habría cruzado por la mente un altercado de ese tipo entre ellos. Siempre me había parecido muy unidos. Me sentí cucaracha. Mi presencia había venido a cagar su relación. 

—¿Qué fue todo eso?—pregunté.

Con sumo cuidado recogía los vidrios del vaso roto y secaba el whisky, mientras Kendrick aplicaba hielo para aminorar la hinchazón en el labio.

—Ulrik piensa que soy una mala influencia para ti —Una mueca de pesar se dibujó en su rostro —. Probablemente tenga razón. 

—¿Mala influencia? ¿A qué te refieres?

—Él tiene un viejo conflicto con mi estilo de vida.  No le hizo gracia encontrarnos en esa situación, porque sabe lo que significa.

—¿Viejo conflicto? ¿De qué hablas?

—Te prometo que te lo contaré más adelante. Por ahora sólo puedo decirte que Ulrik es una persona sensible en muchos aspectos. —Hizo una larga pausa, como si estuviera meditando la situación.

—Me siento mal por no haberle hablado claro desde un inicio. —Confesé.

Kendrick negó con la cabeza —No tienes porque, preciosa. Voy a darle un tiempo para que se relaje y después hablaré con él. Al final Ulrik tiene que entender y aceptar que estamos juntos y que no estoy obligándote a nada. Sólo es cuestión de tiempo.

Aquella noche no se comentó nada más al respecto. Yo mejor que nadie sabía que a veces hay cosas en la vida que son difíciles de compartir, aún con las personas que amamos. Sin embargo, eso no evitó que en mi cabeza diera vueltas aquello del conflicto de Ulrik con el estilo de vida de Kendrick; después de todo la vida sexual de Kendrick no era algo que afectara a su hermano. O eso suponía.

El mentor © #PGP2023Where stories live. Discover now