Capítulo 8.

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Siete días: una semana y dos días sin comer, con una sed enorme, dolor en todo el cuerpo y expidiendo un horrible olor a orina

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Siete días: una semana y dos días sin comer, con una sed enorme, dolor en todo el cuerpo y expidiendo un horrible olor a orina. A este punto ya me había dado por vencida; pero entonces, escuché pasos por las escaleras, después la puerta se abrió y las luces se encendieron, yo apenas abrí los ojos.

Pff, que peste —dijo Henry al entrar a la habitación— ¿Tienes hambre? —traté de que mi voz saliera para decir que sí, que me moría de hambre, pero apenar y salió un pequeño murmuro inaudible de mi garganta, así que me limité a asentir con la cabeza.

Dejó la comida y una bolsa plástica que traía en el suelo para sacar las llaves de las esposas y quitármelas, mis manos dolían mucho más que antes y lo peor de todo era que ambas estaban lastimadas, una por un corte y la otra a causa de las esposas. Traté de sentarme en la cama, lo cual me costó un poco pero al final pude lograrlo; Henry me entregó un plato de fruta picada y un vaso con jugo de uva. Así que sin decir más, tome el plato y comencé a comer, tenía demasiada hambre y dolor de cabeza.

—¿Ves los beneficios que pierdes al no saber escoger lo que te conviene? Puedo golpearte cuando yo quiera y no me importa verte así, en cambio, si haces lo que yo quiero, puedo ser yo de ayuda —su mano se acercó a mi cabeza y acarició mi cabello, yo tenía mucho miedo.

Sentía demasiada ansiedad, temor, enojo, furia y tristeza.

Quiero irme, quiero irme ya.

—Te traje algo —se inclinó un poco hacia el suelo para alcanzar la bolsa plástica—. Ten, lo que me pediste.

Tragué el trozo de kiwi que estaba masticando y le quité la bolsa de la mano para abrirla, dentro de esta había tres libros, un cuaderno y un bolígrafo. Quería decirle algo, pero mi voz no salía así que carraspeé la garganta, rogando que con solo esa acción mi voz saliera.

—¿Por qué me das esto? —logré decir apenas en un susurro—. Te desobedecí, tú me dijiste que si te desobedecía no me merecía nada —se encogió de hombros.

—Hoy es un día especial, supongo, tómatelo como un regalo de mi parte.

—¿Por qué?

—Hoy es tu cumpleaños número diecinueve.

¿Mi cumpleaños? ¿El mío verdaderamente o el de Lauren? No lo sabía con certeza, suponiendo que él siempre me hablaba como si fuera Lauren, me atreví a preguntarle:

—¿Qué día es hoy?

—Siete de marzo.

No podía creerlo, esa era la fecha de mi cumpleaños. Por un momento pensé que por fin me trataría como la persona que realmente era, que por fin se había dado cuenta que yo no era Lauren y que tal vez, solo tal vez; con ese hecho me dejaría libre. Así que para aclarar mis dudad, decidí preguntarle algo más:

—¿Es el cumpleaños de Lauren?, perdón, ¿Mi cumpleaños?

—Sí, Lauren, es tu cumpleaños.

¿Esto era una jodida broma? ¿Me estaba queriendo ver la cara de estúpida? Nunca me permití creer que las coincidencias existían, me parecía una superstición absurda que la humanidad se había creado un día cualquiera, pero ahora, después de lo que me dijo Henry pues... estaba dudando sobre lo que creía.

31 Días [COMPLETADA ✔]Where stories live. Discover now