Capítulo 1

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Unas sombras borrosas se paseaban a gran velocidad de rama en rama, a través del espeso bosque del monte Corvo

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Unas sombras borrosas se paseaban a gran velocidad de rama en rama, a través del espeso bosque del monte Corvo. Después de un rato de entre las ramas salieron dos niños, uno de los cuales tenía un pequeño bulto atado a su espalda con una manta.

El niño de pelo rubio se acercó al otro niño—¿Sigue dormido? —le preguntó al pelinegro, antes de desatar el nudo que sostenía la manta, dejando el bulto caer en sus brazos, movió un poco la manta revelando el placido y regordete rostro de un bebe dormido.

—Por supuesto que lo está. Es Luffy después de todo —el rubio dejo entrever una cálida sonrisa, mientras con su dedo índice acariciaba una de sus regordetas mejillas.

—Sera mejor que sigamos, tenemos que encontrar la cena antes de que se haga de noche —el pelinegro volvió a atar el pequeño bulto en su espalda, estaba a punto de saltar para continuar con su búsqueda de una presa entre las ramas, cuando escuchó un ruido a sus espaldas, lo que causo que los dos niños se pusieran en guardia.

De entre los arbustos salió un adulto con un extraño peinado, parecía un pan mal horneado según la opinión de Ace. Comenzó a acercarse a un paso acelerado hacia ellos, retrocedieron con precaución, más lejos del extraño; al ver que no lo querían cerca, dejó de intentar acercarse.

—Pequeños, ¿Ustedes saben si hay algún pueblo por aquí cerca? —silencio—, se ve que no son muy habladores —lo único que le salió fue una risa nerviosa.

Se quedaron por unos minutos en un incómodo silencio, en particular para el mayor. Con esos pequeños pares de ojos sobre él, analizando cada uno de sus movimientos, le hacían recorrer un escalofrió por su columna.

—¿Quién eres? —el primero en romper el silencio fue el pelinegro, Thatch estaba seguro que si las miradas mataran, ya lo estaría.

—Antes de preguntar quién soy ¿no deberías presentarte tu primero? —dijo Thatch con un tono desafiante.

—¡¿Estas jugando conmigo?! —gritó Ace antes de recibir un golpe en la cabeza por parte de su rubio amigo.

—¡No grites! ¡¿no ves que lo vas a despertar?! —gritó en replica Sabo, antes de recibir también un golpe en la cabeza.

—¡Quien está gritando ahora eres tú idiota! —chocaron frente con frente con furia.

—Cálmense, así no resolverán nada —dijo el mayor tratando de aligerar el ambiente.

—¡TÚ CÁLLATE! —gritaron ambos al mismo tiempo, con sus miradas furiosas dirigidas a él.

GUAA

Se escuchó al agudo y persistente llanto de un bebé que provenía del bulto en la espalda del pelinegro.

Se escuchó al agudo y persistente llanto de un bebé que provenía del bulto en la espalda del pelinegro

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El Pequeño SolWhere stories live. Discover now