Thach estaba seguro que su suerte era una mierda. Primero, queda atrapado en una tormenta, y acaba navegando a la deriva por días; luego, unos novatos tratan de derrotarlo; y para colmo, termina cuidando de un trío de problemáticos. A quién quiera q...
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La noticia fue tan repentina que no tuvieron tiempo de procesarlo antes de lo que vino a continuación.
—Me voy en una semana —el silencio era notable, se podía escuchar hasta el crujido de los arboles, Luffy solo podía ver las caras tristes de Ace y Sabo sin entender que sucedía.
Una vez salieron del shock, lentamente alzaron su mirada y la enfocaron en el adulto, el ver la mirada en sus ojos le rompió el corazón a Thatch, era como si los estuviera abandonando— ¿Por que...? —pregunto lentamente el azabache y aunque no termino su pregunta el adulto lo entendió perfectamente: ¿Por qué nos dejas? Después de ver el dolor en la mirada de los dos no supo como responderles y esto estaba comenzado a desesperarlos— ¡Responde! ¡¿Por qué te vas?! —gritó con enojo y desesperación, Ace no podía entender porque Thatchy se quería ir y dejarlos— ¡¿Por qué nos abandonas?!
El azabache estallo en rabia, mientras el rubio ocultaba su ira tras su sombrero. Mientras intentaba pensar en alguna respuesta que calmara a los niños, sintió un peso extra en su pierna, cuando bajó su mirada se sorprendió al encontrarse a Luffy aferrándose a su pierna con los ojos llorosos— Thatchi... no... va... —fueron las primeras y inexpertas palabras de su pequeño sol lo que le terminó de romper el corazón del adulto, lo tomo en sus brazos y comenzó acunandolo con la esperanza de animarlo.
Sin ganas de continuar con la discusión, emprendieron camino hacia la destartalada cabaña, y dejaron la conversación para otro momento.
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Thatch tenia la piel de gallina, podía sentir las miradas del trio perforando su nuca y no podía culparlos, hace solo dos días les había contado que se iba a alejar de ellos, parecía que les estaba costando aceptarlo y eso le estaba rompiendo el alma, solo pudo suspirar y continuar cocinando el desayuno.
Sus miradas continuaron pegadas sobre él incluso cuando estaban comiendo y obviamente aun seguían sobre él juzgándolo y criticándolo de manera silenciosa, quizás esa era parte de su venganza por estar intentado dejarlos atrás, no pudo soportar más el silencio que dominaba en la habitación y las miradas juzgándolo decide por fin preguntar— ¿Qué es lo que sucede? —las miradas dejaron de juzgarlo para pasar a la ira.
