Todo llega a su final

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Alondra


Cuando te enamoras, esperas que la forma en que amas te sea devuelta de la misma manera, pero a menudo, esto no sucede así. Porque cuanto más complaciente eres, cuanto más tratas de cuidar, de motivar, de proteger, menos amor y gratitud recibes. Y es allí, cuanto te pones a pensar, ¿Qué estoy haciendo mal? Después de todo, se supone que el amor, se convierte en el motor de nuestras vidas, pero también nos ahoga, nos esclaviza y nos destruye si no nos salvamos a tiempo, ¿Por qué es tan difícil tener un amor recíproco?

Un amor en el que la persona con la que compartes tu vida te cuide y se preocupe por ti, de la misma manera que tú lo haces. Al fin y al cabo, no hay una fórmula perfecta del éxito marital, así como tampoco; el amor y el esfuerzo, no siempre resuelven todos los problemas de una relación. Es tan sencillo como intentar, en la medida de lo posible, hacer que tu pareja se sienta amada y cuidada; no que, de la noche a la mañana, eche todo por la borda por un evento del que no fuiste culpable.

Quizás estaba luchando contra viento y marea para rescatar esa relación que tenía con Zoe, pero aún no estaba preparada para decir adiós, ni para salir con la frente en alto convencida de que lo di todo. Porque, ¿A quién no le gusta que su pareja lo valore o piense en ella, antes de juzgarla tan a la ligera? Me estaba esforzando en ver las cosas lo mejor posible para no desanimarme, pero debía dejar de autoengañarme, ella no iba a cambiar de decisión. Aunque eso no aminoraba mi necesidad de contarle la otra versión de la historia, aun cuando ella no quisiera verme o escucharme.

Limpié aquella lágrima traviesa que decidió salir sin mi permiso, tomé asiento y esperé pacientemente su llegada, tal como lo había hecho la última semana. No sé por cuánto tiempo estuve esperando en ese lugar, sentada a merced de mis pensamientos, pero cuando vi su silueta, mi corazón se aceleró. La había extrañado tanto, pero al mismo tiempo, me rompía el corazón ver su semblante triste. Sé que no la estaba pasando tan bien, porque cuando no aprecias todas las cosas que tienes y pasas el tiempo quejándote por algo del que no eres culpable, el panorama se torna oscuro. Tan oscuro, que ya nada tiene sentido para ti.

—Hola —dije tímidamente, aminorando la necesidad que tenía de abrazarla.

—¿Qué haces aquí? —no tardó en preguntar.

—Zoe, ¿Podemos hablar? —dije, al cruzar mis dedos mentalmente para que dijera que sí.

—Alondra, ya hemos pasado por esto —expresó con desdén.

Sus palabras podían reflejar una cosa, pero su lenguaje corporal, manifestaban algo muy distinto. No solo podía darme cuenta de lo mucho que me había extrañado, sino que también, notaba las ganas que tenía de abrazarme y borrar todo el dolor que estaba sintiendo.

—Solo quiero que me escuches —quise tomar su mano, pero ella se alejó.

—¿Cuánto llevamos en esto? Ya te he dicho que no deseo verte, puedes regresar por donde viniste —expresó con odio.

—¿Cómo puedes tirar a la basura nuestra relación? —pregunté, con mis ojos llenos de lágrimas.

—De la misma forma en la que me has mentido —pronunció, con su voz temblorosa.

—Jamás te he mentido, deberías conocerme —limpié mis mejillas.

—Dos años, estuve contigo todo ese tiempo y solo hasta ahora me doy cuenta de quién eres realmente —sentenció.

—Zoe, ¿Por qué no me crees? —la enfrenté.

—No puedo hacerlo, me niego a creer tus mentiras —manifestó, sin una pizca de remordimiento.

Momentos "Mi segundo amor"Where stories live. Discover now