Un día para recordar

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Brenda


Estiré mi brazo por el largo del colchón, por debajo de las sábanas en un intento por abrazar a mi chica, pero al no sentir su cuerpo, abrí mis ojos pesados por el sueño y ellos corroboraron que no está allí, ¿En dónde estará? Me di la vuelta perezosa, pensando que tal vez, Emily estaría en el baño. En medio de un bostezo, volví a cerrar mis ojos lentamente y caí en brazos de Morfeo una vez más, pero sin querer, comencé a soñar con mi pelinegra.



—¿Estás segura del siguiente paso que daremos? —aquellos ojos cafés, me miraron expectante.

Hace mucho, la idea de que mi novia se mudará conmigo, me estaba rondando la cabeza, tal como si fuese una de esas locas ideas que no puedes sacarte hasta que la cumples. Y es que me hacía mucha ilusión emprender ese proyecto de vida junto a mi pelinegra, pues mi relación había alcanzado la estabilidad y madurez necesaria para dar ese paso tan importante.

—Sí, pero veo que tú no estás tan convencida —acomodé un mechón de su cabello.

—¡Tonta! No pongas palabras en mi boca —se hizo la ofendida.

—No lo hago, solo expreso lo que siento en el tono de tu voz —enuncié.

—Lo sé —se cubrió el rostro en un gesto desesperado.

—Bueno, creo que será mejor que esperemos. Cuando desees vivir conmigo, me lo dices, yo estaré esperando ansiosa tu respuesta —dije, al mismo tiempo que pagaba la cuenta.

—No te vayas así—cogió mi mano—Claro que deseo vivir contigo, he esperado mucho para que me lo propongas, solo que... —se le congeló la voz.

—Emily, sabes muy bien lo que siento por ti, pero no te quiero presionar. Si realmente las cosas deben suceder, que así sea, de lo contrario; me complace decir que soy feliz a tu lado tal como estamos ahora —le di un leve apretón de mano.

—Ese es el punto—me dedicó una mirada tierna—Me encuentro tan bien a tu lado y disfruto cada instante, que siento temor a que lo nuestro cambie si vivimos bajo el mismo techo —confesó.

—Lo entiendo—acaricié su mejilla—Yo también tengo miedo, es la primera vez que llegó tan lejos con una pareja y no sé hasta dónde pueda llegar —tuve la intención de besarla, pero recordé que estábamos en un lugar público.

—Te amo mucho —pronunció, al notar que mis gestos, delataban mi necesidad de besarla.

Una necesidad que se vio interrumpida por un sonido de fondo, un sonido que mi subconsciente reconocía a la perfección y una vez más, entreabrí mis ojos.



—Buenos días, cariño —noté la silueta de mi chica.

—¿Dónde estabas? —dije, al cerrar mis ojos de nuevo.

—Preparando el desayuno, ¿Descansaste alguito? —besó mi frente.

—Sí, pero creo que tengo el sueño atrasado —estiré mi brazo para acariciar su mejilla.

—Probablemente, has estado trabajando mucho—besó mi mano—Vamos, debes levantarte que pronto llegara nuestra invitada —comentó.

—¿Invitada? —repetí, sin comprender a que se refería.

—Cariño, recuerda que prometimos cuidar a Francy —dijo y en un instante, recordé aquel favor que me pidió Alondra.

Momentos "Mi segundo amor"Where stories live. Discover now