El tipo ese

4.7K 669 657
                                    

—¡¿Qué tanto miras, idiota?!



El nuevo destino de Suguru Geto era una total estupidez, o bien como diría Yuuji: "una jalada de telenovela vespertina de televisa".




Luego de que la elección de hombres para las distintas obras fuera completada —por lo menos, hace una hora atrás—,  el trayecto para su nuevo trabajo oficial estaba siendo un total asco.

Estaba sentado en el suelo de una camioneta techada con un montón de muebles viejos que le hacían estornudar por el maldito polvo, nuevamente arrepintiéndose de haber dejado la carretera y la tierra para ir a la maldita ciudad.

¡Necesitaba un maldito trapo para cubrirse la nariz!


Luego venía lo peor. Junto a él, Sukuna estaba de jetón cruzado de brazos sacando humo por las orejas porque le tocó sentarse frente a frente con Yuta Okkotsu, el drogo de ojeras.


El tipo ese...


Al parecer no estaba en sus cinco sentidos. Parecía mareado. Aunque cada cierto tiempo se ponía a balbucear de una manera bastante extraña, cerrando un ojo.

Eso lo tenía bastante nervioso.



Yuuji —a quien le tocó sentarse a su lado— intentaba mantener la calma y no gritar por todo. Se veía incomodísimo, gracias a que Yuta se movía de manera brusca, tirando madrazos al aire, casi pegándole en la cara.

Además de un olor, un poco... peculiar.




—Te lo juro Suguru, voy matar a este perro




—No creo que se buena idea Sukuna...
—Ambos susurraban entre sí, mirando de reojo a los dos chicos, y de vez en cuando al resto de la tripulación, unos diez más que también temían por Okkotsu.
—¿Viste cómo casi mata al reclutador? ¡casi le saca un ojo!



Hace una hora, en medio de la calle, dónde todos, absolutamente todo el mundo los veía, Yuta en medio de su sometimiento tomó un vidrio que estaba tirado por ahí y decidió lanzárselo a Miguel, pero este le cayó de chiripa en la cara a Toji, el otro reclutador.

¡Qué error!


La cosa se descontroló desde ahí. Aunque la verdad si se lo tenía un poco merecido por cómo lo habían jaloneado en medio de la calle...
Aún así, después de todo lo dejaron ir en la camioneta a cambio de que no volviera a hacer otro de sus escándalos.



—Eso es lo de menos. Aparte hizo trampa por lo del vidrio




—Bueno... Eso sí, ¡pero de todas formas!



Sukuna, mirando a su menor tratando de tranquilizarlo con su dedo entre sus labios, solo susurró cómo toda una diva:

—Ese wey, a mí, me la pela




El resto del viaje fue mejorando, o más bien parecía. El ojeroso se había quedado dormido dándose pequeños golpecitos con una estantería de madera. Yuuji por su lado, se veía un poco más tranquilo.

No podía ver nada más que eso, desde su posición a duras penas le llegaba algo de la luz del sol, y el polvo lo tenía moqueando y con los ojos ardiendole. Estaba claro, cuando parecía salir de un bache inmediatamente se metía en otro.

«Mierda...» pensó él.

El tráfico también estaba a todo lo que daba. Los chicos en la camioneta jugaban y contaban chistes de camino mientras Sukuna, al lado suyo, se explotaba un granito.


| En La Obra | ] SatoSugu [Donde viven las historias. Descúbrelo ahora