Aguacero

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Las conclusiones que rondaron la cabeza de Suguru al ver una gota de lluvia resbalar por la ventana a veintisiete pisos por encima del suelo fue: Desastre.


Era el quinto día sin tener materiales para construcción dentro de la obra y, como ya era tradición, todo iba de mal en peor. Para empezar el cielo estuvo horrible desde que amaneció acompañado de un frío que juraba lo iba a enfermar en cualquier momento; el contador no estaba por ningún lado aún si era sábado y, según Haibara, ni siquiera Kento tenía idea de lo que sucedía pero por parte de Gojo, no había ningúna indicación de repartir feria ese día.

¿Algo más?


Ahora agregen a eso el hecho de que hacía muchísimo viento, que solo terminaba por levantar el polvo del cemento, la arena, grava y cal esparcidos por todo el perro desgraciado suelo, dejándolos volar libremente por ahí haciendo estornudar a todo el mundo.
Otra cosa que le cagaba era que por las noches, la lluvia tendía a colarse en forma de goteras desesperantes por los defectos en el techo de los dormitorios, siendo de esperar ya que eran de madera y para nada podían ser llamadas "estancias dignas para trabajadores"; y ya solo, solamente para acabarla de amolar, Sukuna creía firmemente en que no les iban a pagar ni un solo centavo gracias a que en toda la semana se la pasaron haciendo nada.

¡Pero wey, ni fue su culpa!

Y ni hablar de la trifulca que se armó entre Toji y otros muchachos que acabaron despedidos —ejem, golpeados, ejem— frente a toda la obra a modo de humillación, lo que solo terminaba por confirmar que Megumi tenía un padre bastante temerario y que para nada era buena idea enemistarse con los Fushiguro.



¿Y qué había pasado con Satoru? Bueno, Suguru no podía sacarse sus órdenes de encima.

Le hacía subir los veintisiete pisos del corporativo a diario, solo para que estuviera con él haciendo nada. Literalmente, nada. Y tampoco era que le molestara mucho ya que realmente no hacía nada más importante —aparte de ser obligado por el pelirosa a escuchar sus aventuras y técnicas de conquista poco aplicables en la realidad— dentro de la obra o sus horas de trabajo.
Lo que de verdad lo traía en jaque eran las insistencias de Yuuji y compañía para empezar el plan llamado: "Suguru ligándose al patrón Gojo para sacarnos de trabajar" del cual, hasta Sukuna estaba de acuerdo.

Adiós al estudio de tatuajes...



Cada que se encontraba con Satoru, luego de que sus pulmones colapsaran, lo recibía sonriente, invitándolo a sentarse en la sala de aquél departamento improvisado, con sus ojos azules mirándolo fijamente por momentos, dejando a Suguru todo paniqueado, sin lograr mantener el contacto. Al cabo de un rato, acababa por incomodarse ya que el albino no hacía nada más que quedarse viendo la ciudad gris por el enorme ventanal al lado suyo, en completo silencio, ignorando su presencia.

—¿Qué opinas de la ciudad, Suguru?



Y no iba a mentir, entre todo lo lindo que se veía aquel espacio decorado con cuadros de bonitos paisajes o flores azules, a juego con los sillones marino, se veía a sí mismo como una mancha negra dentro del panorama ordenado y limpio que emanaba el sitio.

—¿Cómo?


—Sí, sí —Replicó con una risita Gojo, acompañado del retumbar de su voz entre las cuatro paredes:—Digo que si te agrada o no la ciudad


Tan solo, al compararse con Gojo era un poco cruel, pero había algo que le hacía pensar que el albino solo estaba pasando un rato divertido viendo desde las alturas todo el desmadre que le provocaba en su vida el hecho de ser el "nuevo ligue" del patrón. Concluyendo que en definitiva, no tenía ningún interés en él.

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