Varillas y tabiques

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Durante los primeros días de Suguru en la obra dónde trabajaría oficialmente, se sintió a morir por lo cansado que terminaba al final del día y lo ridícula que era la paga.


—¡Hey tú! ¡El de cabello largo!






Había aprendido bastante de Sukuna, quien le enseñó a ordenar las varillas, como hacer resanes, la mezcla de cemento para algunos muros y a leer planos.
Tuvo que aprenderse las ubicaciones del enorme edificio, el cual, literalmente era un esqueleto que a duras penas estaba tomando forma.

Lo que le daba miedo, de todo eso, era que para subir y bajar entre pisos, se debían hacer todo tipo de maniobras, como saltar de un piso a otro o pasarse por tablas o escaleras improvisadas.



¡Casi se mata carajo!

La primera semana todo estuvo relativamente normal. Le dejaron todo el rato con Sukuna y Yuuji, quienes le decían como hacer todo y la pasaba bien a pesar del desgaste físico que conllevaba.
A los siguientes días, los encargados de obra —quienes, por lo que supo del mayor de los hermanos, eran como los gatos de los patrones— le dejaron transportar material, correr por cada uno de los pisos para entregar planos, medidas o mensajes, además de ir a ver lo que necesitara Yuuji y compañía.

Durante las noches, fuera de los "dormitorios", se realizaban pequeñas cenas a las que no tenía energía como para asistir, pues se la pasaba postrado en su catre desde que terminaba su turno —por ahí de las cinco de la tarde —hasta que volvía a empezar al siguiente día a las seis de la mañana.


Pero, toda esa calidez que se formaba alrededor de una fogata nocturna, tan sólo por unas cuantas horas, le hacía poder dormir tranquilo.


En el día, durante los recesos diminutos, se prepara comida para todos en una de las carretillas para transportar la arena y grava. Eso al principio si que le causó algo de incomodidad a Suguru, pero luego de integrarse mejor al grupo de muchachos y qué se pusiera a chismear, olvidó que eso podría enfermarlo; aunque, realmente no le cayó nada mal.

—Dígame patrón




Durante los fines de semana no trabajan, puesto que es cuando las autoridades encargadas de clausurar obras con algo de ilegalidad dan más rondines y redadas. Por lo tanto, los hermanos lo llevaban a "turistear"

Por ejemplo, durante su primer fin fueron a las luchas, ya que Yuuji estuvo insistiendo mucho durante la semana al mayor de los tres.

Fue divertido, aunque... Realmente no entendió nada. Hubo madrazos, eso sí, pero ni supo quién había ganado.




Pero la botana estuvo buenísima.





—-Ocupo que vayas a dejar esto al piso veintiocho —Ahora eran las cuatro y media, casi a punto de terminar su turno y andaba de mensajero por parte de un tal Inumaki. El mismo de aquella vez, cuando recién había llegado.
-—Si encuentras al patrón Gojo, dile que ya acabamos con la planta baja



—Ajá... Y... ¿Quien en el patrón Gojo..?



Si, o sea, había escuchado de él, pero en su vida lo había topado.


Según el resto de chicos, —e incluso Sukuna— le habían dicho que era un tipo muy mamón. En pocas palabras, era mejor no tratar con él.


Segurito era un gringo o algo similar, de esos a los que no se les entiende una mierda.




Alch, cómo le cagaban esos tipos.




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