Chalán

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—Ajá, ¿Y?

Acabar de resumir en pocas palabras cada cosa que había sucedido hace un par de días atrás, luego de que todo se saliera de control entre los chicos, y  un pequeño pleito familiar, era un poco... Complicado.




Yu Haibara llegó a la vida del grupito después de huir de las empresas  Zen'in y sus agotadores quehaceres.
Explotaban trabajadores que no sabían los riesgos de la electricidad y sus derivados, e incluso llegaban hasta el punto de no dar la paga adecuada.



Algo bastante parecido a lo que hacía Gojo, de hecho...

Contó que luego de no probar bocado por tres días, pelear con un perro por un taco de canasta que se le cayó a una señora —ni siquiera entero—, una que otra mordida, y un asalto encontró a ese chico de larga cabellera que le tendió la mano en medio de la calle.



Y claro, a sus compas.

Al principio, luego de su extraño despertar y de que comiera algo a tientas del riesgo de que tanto Suguru como él se quedaran a dormir afuera, Sukuna, un chico de cara tatuada le hizo el interrogatorio de su vida, para acabar por decir:


«Esta bien pues... Pide trabajo aquí por la mañana y podrás quedarte »






La historia del chico era un poco más complicada que la de Geto. Venía de un pueblo vecino en el que los narcos tenían el control total de la comunidad, dónde literalmente, la paz no era una opción.

Intentó escapar con su hermana menor hacía la ciudad luego de encontrar a un reclutador algunas horas antes, un tipo oxigenado de mala cara que le ofreció trabajo y transporte. Lo feo del asunto fue que, luego de una noche llena de ráfagas, oscuridad y niebla, no supo dónde fue que la perdió.

Y al subir al camión solo vió las luces de las infinitas detonaciones, el sonido de los cartuchos cortados, y los gritos ensordecedores de los habitantes de lo que en algún momento fue su hogar.



Igualmente no perdía la esperanza, le gustaba creer que estaba viva, y que incluso, estaba mejor sin él que con él.



Ahora Suguru y Yuuji se encontraban rogándole a Toji —afuera de la obra en una esquina no tan ajetreada— por que le diera un trabajo, o de menos lo dejara quedarse.





—Por favor suegr- ¡Digo, jefe Toji! No tiene a dónde ir...




Suguru realmente no decía nada, pero mentalmente le estaba echando todas las porras a Yuuji.

—Bien... Entons, ¿Qué sabe hacer o qué?





Yu se irguió y dijo empoderado:

—Sé leer y escribir, y también conectar cables... ¡De hecho soy muy bueno conectando cables!



Toji rodando los ojos regresó con fastidio la vista a Suguru, quién intentaba no mirarlo, un poco incómodo junto a la cara de perro regañado que se cargaba Yuuji. Solamente suspiró, rascando su nuca. Ahora tenía bien por seguro que el supervisor acabaría por regañarlo —especialmente porque era todo un puñetas — pero igual y gracias a Megumi todo estaría un poquito más tranquilo.

Ah, y claro, a su "novio".




Igualmente siempre se salía con la suya y chance hasta podría acabar por clavarse el sueldo del muchacho.


—Serás el chalán del Sukuna y te pagaremos el salario mínimo




Yu dió un salto con sus ojitos brillando, totalmente feliz. Por su parte, los otros dos solo se miraron con una rara mezcla de tranquilidad y susto por lo que el mayor acababa de decir.

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