𝟐𝟎 | Nuestra salvación

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"Verte me resucita. Eso es todo lo que sé de la muerte"

 Eso es todo lo que sé de la muerte"

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Valentina

LA VOZ DE PEDRI ME LEVANTÓ. Justo cuando estaba luchando con el árbol de Hangwave.

—Ughhhhh—me quejé cuando abrí los ojos.

—Bella durmiente, es hora de bajar—bromeó Pedri.

—Ughhhh.

Obviamente estuve todo el trayecto de la bajada del avión hasta el autobús que nos llevaría al hotel enfadada con el mundo por no haberme dejado dormir más.

—Si quieres puedes dormir ahora—murmuró Pedri sentándose a mi lado.

—¿A cuánto estamos del hotel?

—A un cuarto de hora o algo así.

—Me vale—susurré mientras me acomodaba en su hombro.

—¿Estás cómoda reina?—ironizó divertido.

—Mhm—murmuré con la voz adormilada.

Él rió.

Cuando llegamos al hotel, nos quedamos en recepción para que nos dieran la llave de la habitación. Yo hablé un rato con mi hermano, que dormía con Morata y Alice, ya que ellos se habían cogido una habitación de matrimonio y esa era más grande. Un señor muy amable vino a subirnos las maletas, pero había tantas que a mi me dio pena y le dije que podía coger la mía, y también le di un billete de 5 euros. Y un caramelo.

En mi defensa diré que medía la mitad que yo y parecía ser muy mayor por las canas que dominaban su pelo y las gafas que llevaba.

—Nos ha tocado la 3—sonrió Pedri.

—¡Bien!—exclamé. Cuando fui a coger mi maleta vi como Pedri la cogía. Yo sonreí y caminé a su lado. Subimos al primer piso y nos dirigimos a la izquierda. Nada más entrar me di cuenta de que era la habitación más lujosa en la que habíamos dormido hasta ahora. Lo primero que veías al entrar era un salón, con chimenea y una televisión grande encima. Lo rodeaban dos sillones y un sofá. Luego había una puerta que daba a una habitación y otra al baño.

Él desempacó mientras yo me quedaba viendo desde la ventana la iglesia que teníamos enfrente. Era preciosa. No era católica, no sabía si de verdad había alguien ahí arriba o simplemente la gente buscaba algo a lo que agarrase y decidieron crearlo. Pero no voy a negar que no me parecía tan improbable que alguien existiera.

—¿Te apetece comer con los demás?—me preguntó Pedri mirando el móvil.

Yo barajé mis opciones. La verdad que haberme despertado tan pronto me había afectado un poco. Y no me apetecía salir.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora