|| CAPÍTULO OCHO ||

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CAPÍTULO OCHO

En el mar de personas, me quedo muy quieto y dudo...

Rain está a unos cuantos pasos, y no me ha visto porque está riéndose abiertamente con algo que dice una chica frente a ella. Noto como sus mejillas se ven más llenitas cuando se ríe.

«Adorable», pienso.

Puedo entender su popularidad en su facultad, con esa calidez que ella emite y esa sonrisa que lo ilumina todo, por supuesto que todos quieren estar a su alrededor.

Me recuerda a Gregory. Creo que ambos tienen ese tipo de personalidad que brilla y atrae a las personas con facilidad. Siempre sentí curiosidad por lo diferente que podemos llegar ser todos. Creo que esa fue una de las razones por las que me interese en estudiar psicología, quiero comprender un poco más del comportamiento humano, el desarrollo de la personalidad, etc. ¿Cómo es que creciendo en el mismo hogar, mis hermanos y yo tenemos personalidades tan diferentes? Nunca he podido evitar compararme con ellos, o con sus amigos. A pesar de que Ares y Artemis eran fríos, de alguna forma, eso no les limitó a la hora de hacer amigos o relacionarse con los demás. Entonces, ¿por qué yo había batallado tanto con eso?

«Eres un alma vieja en un cuerpo joven». Las palabras del abuelo me ruedan por la cabeza en respuesta. Creo que siempre ha tenido la razón.

—¿Apolo?

La voz de Érica me sorprende a un lado y me giro para verla. Su rostro está estirado en sorpresa y debo tener la misma expresión porque no me esperaba encontrármela aquí. Siendo la única amiga que he hecho en la universidad, hasta ahora no me ha parecido del tipo de personas que asisten a fiestas. Supongo, que no debí asumir nada de ella. Su cabello ondulado está recogido en una cola alta y lleva puesto un suéter rojo con unos vaqueros anchos.

—De acuerdo, inesperado —admito. Ella se ajusta las gafas y me sonríe:

—Lo mismo digo, no pensé encontrarte aquí.

—Créeme, me lo pensé mucho antes de venir.

—¿Quieres algo de tomar? —Ella alza un vaso rojo. Sacudo la cabeza antes de volver a mirar a Rain. Érica parece notarlo porque dice: —Oh, Rain, ¿eh? Espera... el día que te conocí estabas escribiendo Rain en tu cuaderno no porque te gustara la lluvia sino por ella.

Todo hace clic en su cabeza y continua:

—A mí sí se me hizo rato que no te gustara la lluvia, pero que estuvieras escribiendo esa palabra una y otra vez. Guao, ahora que lo pienso, es muyyy intenso de tu parte escribir su nombre una y otra vez. —Bromea—. Siempre son los calladitos, ¿no?

Eso me hace reír un poco.

—Soy muy obvio.

—Eso ya lo sé. —Ella me golpea el brazo con gentileza—. ¿Qué esperas para acercarte?

—No soy bueno socializando.

—Eso también lo sé, Apolo.

Nos movemos un poco a un lado para no bloquear el tráfico y Érica se recuesta a la pared, cruzando sus brazos sobre el pecho.

—Tenemos que trabajar en tus habilidades sociales.

—Mira quien habla.

Ella se hace la ofendida.

—Para tu información, tengo muchos amigos.

—Claro.

—¡Apolo! —Alguien grita.

Veo el cabello azul moverse entre la gente hasta que llega a nuestro lado. Xan nos sonríe, y sus mejillas siguen cargando ese sonrojo usual y me doy cuenta de que es parte de él, que el calor del café donde trabaja o las emociones no tienen nada que ver. Xan siempre tiene las mejillas ligeramente sonrojadas.

A través de la Lluvia [Hidalgo #3] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora