|| CAPÍTULO DOCE ||

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CAPÍTULO DOCE

APOLO

—Pensé que eras mi amigo, Apolo.

Me reprocha una enojada Érica.

—Y lo soy.

—¿Una D? ¿En serio?

Érica ojea mi ensayo, arrugando las cejas y no la culpo, nos preparamos juntos para las ideas de este ensayo de psicología social. Ella amó todo lo que le dije que escribiría, pero de los dos la única que terminó plasmando sus brillantes ideas fue ella. Yo apenas escribí unas cuantas líneas, de verdad era un milagro que no sacara una F. He tenido muchos problemas de concentración y de motivación, y cuando intento indagar que pasa, todo me lleva a esa jodida noche y lo aparto de inmediato. Sin mencionar, lo que pasó la ultima vez que vi a Rain, que conocí a su hermano y que Xan me dijo que me alejará de él.

—¿Qué pasó? —Érica me devuelve mi papel, y se cruza de brazos. La brisa otoñal mueve sus rizos con suavidad, uno cruzándole la nariz que ella aparta de mala gana, esperando una respuesta. Evito mirarla y me enfoco en un árbol que ya perdió todas sus hojas al otro lado de la ventana de la cafetería de la universidad—. ¿Apolo?

—No lo sé.

Ella suspira y toma un sorbo de su café.

—Ah, debimos ir a Nora, el café de aquí es horrible.

Me lamo los labios y la miro, pensando que tiene razón, y que, por algún motivo, no he ido a Nora en más de una semana. Tampoco he hablado con Rain. Y cuando voy a casa, me la paso en mi habitación encerrado, no quiero encontrarme a Kelly y ni puedo mirar a Gregory después de lo que pasó. Es como si no quisiera lidiar con nada ahora, pero ¿por qué?

—Apolo, ¿estás bien? —Asiento, Érica hace una mueca—. No lo parece, sé que no eres el más hablador, pero últimamente estás más callado de lo normal, y estás... —ella señala mi sándwich que no he tocado—. Es el tercer almuerzo que te veo dejar esta semana.

—Solo estoy un poco desanimado, supongo.

—¿Deprimido?

—No, ya se me pasará.

—¿Extrañas a tu familia?

Y ahora que Érica lo menciona, tiene un poco de razón. Extraño la sonrisa angelical de mi sobrina, las caras de Artemis, los consejos de Claudia, y el abrazo cálido del abuelo. El descanso de Acción de gracias se siente tan lejos, quizás puedo ir un fin de semana de sorpresa. Aunque no quiero preocuparlos y estoy seguro de que, si voy, comenzarán de nuevo con lo de que necesito ir a terapia. Sé que necesito hablar de esa noche, de lo que pasó, pero cada vez que me imagino hablándolo, me dan escalofríos.

—Tomaré ese silencio como un si —replica Érica. ¿Ah? Claro, su pregunta.

—Creo que todos extrañamos a nuestra familia, ¿no?

Salimos de la cafetería y voy mirando a Érica mientras continúa diciéndome que si necesito ayuda con los ensayos, ella estará ahí. Con el rabillo del ojo, capto ese cabello rubio y giro el rostro al frente para verla venir: Rain. Su cabello se ondea a un lado con el viento, y en medio de los árboles secos del jardín de la universidad, ella resalta... con su energía y con esa sonrisa que me da cuando me ve y que me acelera en el corazón.

—¡Apolo! —Ella sacude la mano en el aire mientras se acerca, va toda de negro de vaqueros holgados oscuros y un suéter manga larga.

Érica suelta una risita a mi lado.

—Voy a ver si la gallina puso —dice mientras comienza a alejarse por un lado.

—¿Qué? —pregunto confundido y Érica me señala a Rain con la boca y susurra 'Al ataque' antes de irse.

A través de la Lluvia [Hidalgo #3] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora