|| CAPÍTULO VEINTIOCHO ||

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CAPÍTULO VEINTIOCHO

APOLO

Xan. Xan. Xan.

No sale de mi cabeza.

Pasar el fin de semana con mi familia y amigos ha sido genial, y por momentos, me he olvidado del chico de cabello azul, pero luego, le pienso y me entristece que no esté aquí. Xan y yo hemos estado juntos todos los días por las pasadas semanas, y después de empezar lo que sea que somos, me he acostumbrado a su cariño, a su presencia, a verlo en la mañana, bromear con él mientras desayunamos, a la pequeña rutina que habíamos creado.

El atardecer rodea el lago, el sol ya casi oculto entre las montañas que rodean el pueblo de Chimney Rock. Ya mañana vuelvo al apartamento y no puedo esperar a ver a Xan, asegurarme que esté bien, el único contacto que he tenido con él han sido un par de mensajes breves.

Suspiro y me recuesto a un lado del bote, estamos en medio de lago disfrutando de la vista, muy bien abrigados. Está demasiado frío para intentar entrar en el agua, pero es tradición venir y probar un buen chocolate caliente. El abuelo, papá, Claudia y Artemis se quedaron en la cabaña. No estaban de humor para esto, y tampoco querían traer a Hera a este clima. Mi sobrina tiene una sensibilidad al frío nada normal, se resfría de nada. Así que solo somos Ares, Raquel, Dani y yo.

De alguna forma, me recuerda los viejos tiempos. Cuando salíamos los cuatro, nos divertíamos y yo pensaba que Dani y yo estaríamos juntos por siempre como Ares y Raquel, que éramos el combo perfecto. Ojeo a Dani al otro lado del bote, está junto a Raquel con los pies colgando, rozando el agua helada mientras charlan.

Ares camina hacia mí, y se sienta a un lado. Lleva abrigo y un gorro del cual escapa su pelo negro que está más largo que nunca, me pregunto si se debe a que el frío es mucho más intenso en el norte donde estudia.

—Así que finalmente decidiste ir a terapia —comenta, su respiración visible cuando deja sus labios.

—El abuelo no puede guardar un secreto. —Suspiro.

Ares pone su mano en mi hombro.

—Me alegra mucho.

No digo nada y él alza una ceja, esperando.

—¿Qué?

Él se encoge de hombros.

—¿Estás compartiendo habitación con un chico?

Volteo los ojos.

—Y Artemis tampoco puede quedarse callado. Los Hidalgo tienen un serio problema para cerrar la boca.

Ares me observa, divertido, esa sonrisa de 'ajá-lo-sé-todo' se forma en sus labios.

—¿Por qué estás a la defensiva? Solo fue una pregunta.

—No estoy... no pasa nada. Xan necesitaba un lugar donde quedarse y se lo ofrecí, punto.

—No te pedí explicaciones, Apolo. —Su tono crece con esa seguridad de que me ha pillado en algo.

—¿Tú cómo estás? —Cambio el tema.

Ares exhala, sus ojos van al atardecer.

—Medicina sigue igual de exigente, cuando creo que se van a calmar las cosas, el estrés sube, la presión de todo. Me drena por completo. —Su mirada va a Raquel que se está riendo con Dani—. Y cada vez es más difícil estar sin ella.

—Lo puedo imaginar. —Es mi turno de poner mi mano sobre su hombro—. Pero lo superarán, Ares, creo en ustedes.

Él me sonríe y asiente.

A través de la Lluvia [Hidalgo #3] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora