|| CAPÍTULO QUINCE ||

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CAPÍTULO QUINCE

APOLO

BIENVENIDOS AL FESTIVAL DE OTOÑO

La pancarta es inmensa y cuelga precariamente de la pared del edificio principal de la universidad. Sus letras rojas y negras, los colores que representan la mascota y todo del equipo de fútbol americano. Este evento es una especie de preparación antes del juego de esta noche y también para recaudar fondos, los cuales serán usados para el programa de becas y la reparación de algunas cosas del equipo.

El clima no está colaborando mucho, está nublado y una brisa helada nos roza cada cierto tiempo. Estoy agradecido de estar en la parrilla, asando la carne de las hamburguesas porque estoy cálido, cuando Érica me dijo que ese sería mi trabajo, me quejé bastante, ahora ya veo que no fue tan mala idea. Por su parte, mi amiga escogió ser guía de padres y de cualquier transeúnte que decida pasar a ser parte del evento. Hay toldos blancos desplegados por todo el pasto porque al parecer, alguien no leyó el reporte del clima, no hay nada de sol. Los estudiantes llevamos una camisa roja para identificarnos, aunque no sirve de mucho, todos cargamos chaqueta.

Érica aparece a mi lado, con una gran sonrisa y su cabello recogido en una cola alta. Mechones ondulados escapan y adornan su cara.

—¿Qué tal tu primer evento universitario?

Suspiro.

—Las hamburguesas se están vendiendo.

—Y se venderían más si sonrieras un poco. —Señala, dándome una palmada en el hombro—. Tienes que usar tu encanto, Apolo, ¿por qué crees que te di este trabajo?

—¿Por qué soy bueno con la parrilla?

Ella voltea los ojos.

—A ver, una sonrisa. —Me agarra la cara con ambas manos—. Vamos, tú puedes.

Finjo sonreír, levantando las esquinas de mi boca. Érica hace una mueca.

—Olvídalo, pareces un asesino en serie.

Ella me ayuda a voltear la carne sobre la parrilla.

—¿Qué te pasa? —pregunta directamente. Si algo que he aprendido con ella, es a no irme con rodeos—. Has estado en otro mundo, bueno, más de lo usual.

—Estoy bien.

Ella alza una ceja así que bajo las pinzas de voltear la carne y me limpio las manos con unas servilletas antes de sentarme en una de las mesas de picnic.

—Bien, —dejo salir una bocanada de aire—. Digamos que pasaron cosas... con... alguien y le he enviado un par de mensajes y no me responde.

Érica se cruza de brazos.

—¿Pasaron cosas? ¿Follaron?

—¡Érica!

—Relájate, estás grandecito para andar endulzando hechos.

—No follamos, pero si... nos tocamos. Y pensé que había sido genial para ambos, y ahora no me responde, entonces, estoy dudando si solo fue bueno en mi cabeza.

—Fue Rain, ¿no? —No digo nada—. Quizás lo está procesando, Apolo, porque la ultima vez que hablé contigo, solo eran amigos que coqueteaban un poco. Y ahora pasó esto, tal vez, se está tomando su tiempo asimilándolo.

—O tal vez se arrepiente, o no le gustó... y ya no quiere saber nada de mí.

—¿Por qué no me sorprende que seas tan pesimista hasta para el amor?

A través de la Lluvia [Hidalgo #3] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora