CÁPITULO 18: PRÉSTAMO

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Harry fue el primero en despertarse aquella mañana. Sus ojos se abrieron de par en par cuando se percató de que una pierna estaba rodeando su cintura. Las imágenes de la noche anterior se reprodujeron en su mente y sintió un calor arremolinándose en su estómago.

Con sumo cuidado, retiró la pierna de Malfoy para poder incorporarse y ponerse sus gafas, las cuales encontró (a pesar de su visión borrosa) sobre la mesita de noche. Al girarse de nuevo para ver al Slytherin, esta vez con la nitidez que le permitían las gafas, se sorprendió de lo largas y rizadas que eran sus pestañas. Las cejas y pestañas del rubio eran tan claras que apenas hacían contraste con su pálida piel, por lo que nunca se había percatado de cómo eran exactamente. Aprovechando que estaba dormido, se dedicó a observarle. Su nariz fina y alargada concordaba perfectamente con sus facciones. Y su boca... En aquellos momentos el único toque de color que destacaba en su cara era el tono rosado de sus labios. El rostro de Malfoy se veía tan armonioso en esos momentos, que apenas había diferencia entre una escultura de mármol y él. ¿Cómo podía una persona con una personalidad tan desagradable como la suya verse tan delicado mientras dormía?

De repente, unos brillantes ojos grises se abrieron, pillándole infraganti. Harry se incorporó apoyando su espalda sobre el cabecero de la cama. Su corazón latiendo como si acabara de correr una maratón.

—¿Qué haces Potter? —preguntó Malfoy somnoliento, pero a pesar de todo, lo suficientemente espabilado como para darse cuenta de que algo pasaba.

Harry comenzó entonces a sacudir los brazos.

—Nada, tenías un mosquito.

Tratando de verse convincente, continuó su papel abanicando histéricamente el aire como si estuviera espantando a los inexistentes insectos hasta que Malfoy le dio un manotazo para detenerle.

—Estamos en las mazmorras aquí no hay mosquitos —dijo enarcando una ceja.

—Bueno, vi algo —insistió Harry sintiéndose cada vez más ridículo.

Malfoy hizo una pausa mirándole con cara de pocos amigos antes de responderle.

—Mejor sal de aquí antes de que te eche a patadas.

Harry no puso en duda que Malfoy fuera a cumplir aquella amenaza. Al instante se puso de pie y tras recoger sus cosas y ponerse la capa de invisibilidad se dirigió hasta su dormitorio sin mirar atrás.

Aquella mañana Gryffindor tenía clase de Historia de la Magia junto con Ravenclaw y después Encantamientos con Hufflepuff y la primera clase del día estaba a punto de empezar. Harry corrió por los pasillos, hasta que llegó a su dormitorio casi sin aliento. Después de arreglarse a toda prisa y coger sus materiales, se dirigió al aula de Historia de la Magia.

Por el camino, iba avanzando tan atropelladamente que al girar uno de los pasillos, tropezó con un alumno de Ravenclaw de tercero que lo maldijo enojado hasta que se dio cuenta de que la persona con quien había chocado era Harry Potter.

Harry se disculpó y el Ravenclaw sin tener siquiera la culpa de nada le pidió perdón de vuelta repetidas veces agachando la cabeza, como si estuviera ante un emperador de la edad media. Incómodo, Harry le dio unas amistosas palmaditas en el hombro indicándole que aquello no era necesario y el chico agradecido levantó entonces la cabeza. Nada más alzar la vista, el Ravenclaw se puso rojo como un tomate y al segundo huyó corriendo.

Harry observó confuso la inesperada reacción del chico y preocupado por él, le dieron ganas de seguirle para averiguar qué sucedía. Desafortunadamente, el chico había echado a correr tan desesperadamente que no había ni rastro de él y, de cualquier manera, no podía permitirse perder más tiempo por lo que continuó su camino.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Where stories live. Discover now