CAPÍTULO 22. INTRUSO

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Vestido aún con la ropa de Regina Brown, Harry aguardaba la llegada de Malfoy a los pies del sauce boxeador donde se situaba la salida del pasadizo que conectaba con La Casa de los Gritos. Malfoy y él habían decidido que la mejor idea para que pudieran llegar al baño de Prefectos sin ser vistos era que el Slytherin fuera a por la capa invisible, la cual estaba aún en su posesión. Harry coincidía en que utilizar la capa era una buena solución, pero la espera se le estaba haciendo una tortura, ya que entre el dolor y lo ridículo que se sentía con aquella ropa la ansiedad y los nervios se estaban apoderando de él.

Al fin vio a Malfoy aparecer y con gran alivio el nudo que se había formado en el pecho se deshizo. Sin perder ni un segundo, Malfoy cubrió a Harry con la capa y juntos se dirigieron al Baño de Prefectos. Harry a duras penas podía caminar, por lo que tuvo que ir cojeando durante todo el camino.

Nada más entrar al impoluto y ostentoso baño, Malfoy se acercó a la bañera para llenarla de agua. Lo más urgente en esos momentos era curar las rozaduras de los pies de Harry, por lo que por más desesperado que estuviera por cambiarse de ropa, aquello tenía que esperar.

Al momento de sentarse en el borde de la bañera y sumergir sus pies en el agua tibia, Harry sintió un ligero escozor. Un jadeo escapó de sus labios pero, afortunadamente, el punzante dolor se transformó enseguida en alivio. Mientras tanto Malfoy se agachó junto a la bañera y, estirando sus brazos por encima del borde de esta, logró alcanzar las heridas de sus pies. Como se había vuelto costumbre, enfocado en su trabajo, el Slytherin comenzó a limpiar la sangre que cubría las heridas con mucho cuidado y dedicación.

—Gracias —dijo Harry interrumpiendo su silencio. Ver a Malfoy ayudándole y preocupándose por él le hacía sentir una profunda calidez en el pecho.

Malfoy ya casi había terminado su tarea y al escuchar las palabras de Harry, alzó la vista para mirarle a los ojos.

—De nada —dijo con una sonrisa en los labios. No era una sonrisa muy amplia pero era sincera.

Aparte de limpiar sus heridas, el agua tibia de la bañera había servido para calmar el dolor de Harry, por lo que los pies ya no le dolían con tanta intensidad como antes. Por ello, una vez recuperado, se acercó al aseo individual donde había escondido su ropa previamente aquella mañana.

Mientras Harry se agachaba para entresacar sus pantalones del escondrijo, Malfoy se acercó hasta el aseo, donde apoyó la espalda en el marco de la puerta con una pierna doblada por la rodilla y los brazos cruzados. Su vista fija en el cuerpo de Harry.

—Sabes, antes de que te cambies, déjame decirte que te queda muy bien esa ropa.

Harry quedó inmóvil con los pantalones en la mano sin poder creer lo que había escuchado. Sus orejas ardieron y seguidamente soltó un bufido.

—Espero que estés de broma.

—Y si no es una broma, ¿Qué? — Malfoy le echó una mirada libidinosa a Harry y este enarcó una ceja, incrédulo.

—Creo que te ha sentado mal el whiskey de fuego.

—¿Tú crees?

Malfoy miró a Harry de arriba abajo y seguidamente tiró de su brazo atrayéndolo hacia sí. Sin poder contenerse las emociones se apoderaron de él, y de repente se encontró besando a Harry con gran intensidad a la vez que acariciaba su cuerpo con urgencia, como si al día siguiente el mundo se fuera a acabar.

Incapaces de separarse, continuaron deleitándose el uno del otro hasta que sin saber cómo, la parte alta de los gemelos de Malfoy chocó con el borde de la taza haciéndole perder el equilibrio. Sus rodillas cedieron, de manera que acabó sentado sobre la taza llevándose consigo a Harry, que cayó sobre él.

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2022 ⏰

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SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora