CAPÍTULO 6. ASTILLAS

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Era la una y media y acababan de terminar las clases de por la mañana. Todavía no había tenido la oportunidad de contarle a sus amigos que ya le había pedido perdón a Malfoy, así que decidió que durante la hora de la comida sería el mejor momento.

—Adivina qué, Hermione —dijo dirigiéndose a su amiga que estaba sentada a su derecha en la mesa, entre Ron y él—. Ya le he pedido perdón a Malfoy, ¿estás contenta al fin?

—Has hecho bien Harry, ¿a que no fue para tanto? —le respondió Hermione quitándole hierro al asunto y sintiéndose orgullosa de su amigo.

—Bueno no sabría decirte. No sé por qué motivo, pero Malfoy estuvo muy esquivo conmigo ayer. Sinceramente no le entiendo. 

Harry se quedó pensativo durante unos instantes.

—Ah, y ahora que lo recuerdo. También os tengo que contar algo más que pasó ayer...

Sus amigos se quedaron mirándolo fijamente. Ambos esperaban que el chico no se hubiera vuelto a meter en líos. Antes de que las mentes de sus amigos empezaran a elucubrar y a imaginar cosas que no habían sucedido, el moreno les contó el incidente que tuvo con el libro de la Sección Prohibida y cómo Malfoy le había salvado.

—¿Malfoy te ayudó? ¡Vaya! —exclamó sorprendida Hermione no sin antes haberle regañado por no haberle hecho caso a la señora Pince.

—¿Y cómo sabía esa rata asquerosa la contraseña para cerrar el libro? —repuso Ron con cara de desconfianza.

—Eso mismo le pregunté yo —contestó Harry— y me contó que en la biblioteca de la mansión Malfoy Manor tienen muchos libros, entre ellos el que me atacó a mí. Desde que Malfoy era pequeño, su padre se los leía y le enseñaba a sacarles provecho.

—No sé por qué no me sorprende —respondió Ron—. Solo Lucius Malfoy dejaría al alcance de un niño esa clase de libros.

—Es cierto —coincidió la chica de pelo rizado—. Menuda infancia habrá tenido. Pero bueno Harry, ¿te encuentras ya mejor? Recuerda que para el ataque de un dementor viene bien el...

—Chocolate, ya lo sé —completó Harry—. Ahí es cuando viene lo más absurdo de toda la historia. Malfoy me acompañó a las cocinas para que comiera un poco de chocolate. Dijo que no quería que le culparan a él si me pillaban en ese estado.

—Vaya, así que Malfoy se está ablandando— dijo Ron entre risas.

—A lo mejor la directora tiene razón y los castigos os están sirviendo a los dos —concluyó Hermione—. No me mires así Harry —dijo cuando Harry levantó una ceja y resopló—. Malfoy y tú teníais que dejar de pelear. Aunque seas mi amigo tengo que admitir que ya os estabais pasando de la raya.

—Ya... —dijo Harry no muy convencido. 

Terminó de comerse el pastel de manzana y se levantó corriendo. 

—Bueno os dejo. A las ocho tengo otra vez castigo en la biblioteca y tengo que hacer mucha tarea esta tarde.

Harry salió del Gran Comedor bajo la atenta mirada de sus amigos y se dirigió a la sala común.

***

Mientras Harry completaba sus tareas, las palabras de Hermione resonaban en su cabeza. ¿Y si era verdad que Malfoy estaba cambiando? Antes de la guerra jamás se le hubiese pasado por la cabeza que el rubio fuera capaz de ayudarle en lo más mínimo. Más bien al contrario, parecía que su principal misión era hacerle la vida imposible. Lo que le extrañaba a Harry no sólo era que Malfoy le hubiera ayudado, sino que después incluso se hubiera ofrecido a acompañarle a las cocinas.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora