CAPÍTULO 3. PESADILLA

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Harry aún permanecía en la orilla del lago. Como estaba semidesnudo y no tenía nada que ponerse para cubrirse, había estado haciendo tiempo hasta que anocheciera. De esta manera, encontraría menos gente por el castillo. Debía entregar las plantas a la profesora McGonagall y le ruborizaba el hecho de tener que pasearse sin camiseta dentro del colegio. La camisa del rubio estaba hecha jirones así que tampoco le iba a servir de nada.

Recogió las flores del suelo con una mano y se echó al hombro la corbata y lo que quedaba de la camisa de Malfoy. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía el pecho lleno de arañazos. Seguramente se los había hecho mientras arrastraba el cuerpo inconsciente de Malfoy a lo largo de las rocas. También sentía un leve escozor en la boca. Estiró su brazo y se pasó la mano por los labios. Cuando miró sus dedos comprobó que estaba sangrando. La herida que se había hecho en su anterior pelea con Malfoy se le había abierto de nuevo al hacerle el boca a boca al rubio.

Sin darle mayor importancia, decidió ir directamente a entregarle las coclearias a la directora. Ya se estaba haciendo tarde y no quería recibir quejas por parte de la directora.

Haber esperado a que anocheciera para entrar al castillo no sirvió de mucho. En cuanto puso un pie dentro del colegio, los pocos alumnos que estaban despiertos empezaron a mirarle y a cuchichear a su alrededor. Pero nadie podía culparles, ya que el aspecto del muchacho no era para menos. No todos los días se encontraba uno al salvador del mundo con los vaqueros empapados, semidesnudo, sangrando y repleto de arañazos. Aunque, sangrando y con arañazos sí que se lo habían encontrado varias veces.

—¿Es esa una corbata de la casa de Slytherin? — logró oír Harry que le susurraba una alumna de tercero a otra.

—Creo que sí—respondió la otra también cuchicheando a la vez que trataba de creer lo que veían sus ojos—. ¿Y has visto que lleva un ramo de flores en la manos?

—Sí, ¿Crees que Harry tenga novia?

El moreno agarró inmediatamente la corbata de Malfoy y la arrugó para que cupiera en el bolsillo de sus vaqueros. No quería que nadie más la viera. Siguió ignorando los comentarios y risitas que surgían a su paso a la vez que trataba de no ruborizarse. Tanto chicos como chicas babeaban a su alrededor y le miraban con descaro. El fin de tantos años de batalla le había sentado bien al chico. Su cuerpo se había ido esculpiendo y su musculatura había comenzado a marcarse ligeramente, en buena parte gracias a los entrenamientos y partidos de Quidditch.

Finalmente, y tras un tiempo que a Harry le pareció una eternidad, llegó al despacho de la directora. Nada más abrir la puerta se encontró a la profesora que le miró de arriba abajo con la boca abierta como si al chico le hubieran salido tres brazos y exclamó.

—¡Por Merlín, Potter! ¡Parece que te hubiera pasado una manada de centauros por encima! No me digas que os habéis vuelto a pelear.

—No profesora —dijo Harry confiando en que el rubio no se hubiese ido de la lengua— es una larga historia, pero aquí traigo las plantas que nos mandó a buscar.

Diciendo esto dejó las flores sobre la mesa y se dio media vuelta para salir del despacho antes de que la profesora le pidiera explicaciones. Pero McGonagall le interrumpió:

—Un momento Potter, tu varita está en tu dormitorio. —Harry se paró en el resquicio de la puerta, pero no se dio la vuelta dando a entender que tenía prisa— .Mañana quiero que estéis el señor Malfoy y tú a las ocho de la tarde en la biblioteca. La señora Pince os explicará en qué consistirá vuestro castigo. —Hizo una pequeña pausa y prosiguió—: Esta vez yo no puedo informar a Malfoy del castigo, así que confío en que tú lo harás por mí. De una forma civilizada, pacífica y educada por supuesto.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora