CAPÍTULO 12: VENGANZA

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Conforme fueron pasando los días siguientes, Malfoy notó como el moreno no le dirigía la mirada ni durante las clases ni durante las comidas en el Gran Comedor. Y no le culpaba. Ni él mismo era capaz de mirarse al espejo después de lo que había hecho. Estaba tan afectado que la misma tarde del día anterior se había distraído durante uno de los entrenamientos de Quidditch y tras ser golpeado por una bludger, había terminado cayendo de la escoba desde una altura de cuatro metros. Fue muy doloroso, pero afortunadamente para Malfoy, Madame Pomfrey ya tenía una gran experiencia curando huesos rotos.

Las noches tampoco eran un consuelo para él. No conseguía pegar ojo pensando en lo sucedido en los vestuarios. Sentía remordimientos y aquello le estaba afectando en todos los aspectos. Prácticamente había abusado de Harry Potter.

Pero realmente lo que más le preocupaba a Malfoy era el Quidditch, una de las pocas actividades que le levantaban el ánimo al Slytherin ahora que su vida era un completo desastre. Era muy importante para él ganar los partidos, pero su desasosiego no le permitía volar con agilidad. Ese sábado tenía partido contra Ravenclaw y si quería jugar con sus cinco sentidos en el campo, debía hacer lo que fuera para limpiar su conciencia antes del evento.

La tarde del jueves, Malfoy se dirigió al haya donde sabía que Harry solía ir. Efectivamente, allí lo encontró sentado sobre la hierba recostado en el tronco del árbol. Observó su postura. El moreno tenía una pierna estirada y la otra doblada a la vez que apoyaba un brazo sobre su rodilla. Su cuerpo estaba allí físicamente, pero su mente parecía más bien estar en otro lugar. Con la mirada hacia abajo pensativo, descansando la frente sobre su brazo, no vio al rubio aproximarse.

Mientras se acercaba al moreno, Malfoy pisó una de las ramas de un árbol que había en el suelo. Ésta se rompió con un chasquido y alertó al Gryffindor de su presencia.

Nada más ver al chico de cabello platinado, Harry sacó su varita y la apuntó hacia él con ferocidad.

¡No te acerques a mí! —exclamó Harry frunciendo el ceño y pegando la espalda al tronco del árbol tratando de alejarse lo máximo posible. No tenía miedo, pero sí que estaba muy enfadado y asqueado.

—¡Ey, tranquilo! Vengo en son de paz —Malfoy alzó las manos demostrándole que no estaba armado y que sus intenciones eran buenas, pero fue en vano.

—¿Qué mierda quieres? —preguntó Harry secamente, apuntándole aún con la varita.

El Slytherin se rascó nervioso la cabeza. ¿Malfoy nervioso? Pocas veces se veía eso.

— Baja la maldita varita, Potter, te he dicho que no vengo a pelear.

Esta vez Harry se guardó la varita en el bolsillo. Se puso de pie y se cruzó de brazos.

— ¿Y bien? —preguntó apoyando el peso sobre un pie y mirando a Malfoy con cara amenazadora.

— Yo...—llegó el momento de la disculpa, pero como Malfoy que era, el rubio dudó por un momento. Sin embargo, tenía que hacerlo sí o sí, no le quedaba de otra—. Vengo a pedirte perdón —dijo incapaz de mirar al chico a los ojos. Él jamás se disculpaba por nada.

Harry resopló y le miró con condescendencia. Pasados unos segundos habló.

—¿Cómo? Creo que no te he escuchado bien —mintió colocando una mano en su oreja haciendo como que trataba amplificar el sondo. Malfoy suspiró.

—Déjame explicarme primero. Después di lo que quieras —Harry le miró con semblante serio, pero no dijo nada, mostrando que estaba dispuesto a escuchar, por el momento—. Mira, lo siento, sé que lo que hice no tiene perdón. Ni siquiera pego ojo, pensando en ello. Me pudo la ira —El moreno resopló pero la voz de Malfoy parecía sincera. Metió las manos en los bolsillos de su pantalón, incómodo, sin saber muy bien qué hacer con ellas —. Yo solamente quería demostrar que no te habías puesto así por culpa del alcohol. Me pudo mi orgullo—el rubio se rio con un tinte de amargura. A veces, los Malfoy se pasaban de arrogantes.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Where stories live. Discover now