Hunter x Hunter Fanfic (Chrollo X Oc)

X - Deuda - X

Usé mi humo para curar a Phinx, que todavía tardó unos minutos en despertar.

Mientras tanto, le conté a Feitan lo sucedido en el almacén y que debíamos de ir ambos a exigirle el pago a Hideyoshi, el hombre que nos contrató.

También me presenté ante ambos, aunque sólo les dije mi nombre y omití mi apellido.

No me avergüenza ser una Zoldyck, ni mucho menos, pero prefiero que no me traten distinto por ello.

Tal vez si más adelante lo creo oportuno se lo diga.

A Phinx le cayó tremenda bronca por parte de su compañero Feitan, que por lo visto también prefería trabajar discretamente.

Los tres nos tomamos ese par de cervezas que les exigí cómo pago, bueno, y tal vez un par más.

Feitan tiene aguante, pero a Phinx se le subieron un poco a la cabeza.

La verdad es que ambos me cayeron muy bien, parecen algo intimidantes al principio, sobretodo su nen, pero cuando se relajan un poco son muy graciosos.

Y ahora nos dirigimos los tres en busca de Hideyoshi, para exigirle el pago por el trabajo.

Cuál es nuestra sorpresa al llegar a sus oficinas, cuándo su secretaria nos dice que se ha ido de vacaciones y que no sabe cuándo volverá.

— Ese maldito nos la jugó... - escupe entre dientes con rabia Phinx-.

— Ah... Que remedio, vamos a tener que buscarlo.

— ¿Cómo vas a hacer eso? - me pregunta Feitan-.

— Ya lo verás. - le respondo guiñándole un ojo-.

Escondo mi nen para que ninguno de los trabajadores de la pesquera sepa que ando por allí, y mis dos acompañantes me imitan siguiéndome curiosos.

Entro en el despacho de Hideyoshi y les hago una seña para que no pasen de la puerta.

Uso Gyo concentrando el nen en mis ojos y doy un repaso por la oficina hasta encontrar lo que busco.

Cualquier objeto personal que lleve impregnada un poco de esencia de esa persona me sirve.

Encima de la mesa hay un pañuelo de tela, que supongo llevaría siempre ese tipo encima, pues de todos los objetos en la habitación es el que más rastro de energia desprende.

Me acerco a cogerlo y lo guardo en un bolsillo.

— Es más fácil si la persona tiene nen... Pero que le vamos a hacer.

— ¿Eres rastreadora? - pregunta Feitan-.

— No me dedico a ello, pero se me da bastante bien. - digo encogiéndome de hombros-.

Salimos los tres del edificio y cuando estamos en la calle cierro mis ojos ante la atenta mirada del par de desconocidos con los que llevo todo el día.

Hago un par de respiraciones y dejo expandirse suavemente el humo a mi alrededor, cada vez más lejos.

Siento la esencia que hay en el pañuelo en mi bolsillo y busco la misma por los alrededores.

Cuando mi humo se ha expandido hasta dos kilómetros a la redonda, que es mi límite, no lo he encontrado aún, pero tengo un rastro claro.

Hecho a andar sintiendo como ambos me siguen sin mediar palabra. Andamos aproximadamente unos 20 minutos hasta que finalmente siento la presencia de esa persona, y está en movimiento.

Sin poderlo evitar una sonrisa surca mi cara y se me escapa una pequeña carcajada, provocando que mis acompañantes me miren interrogantes.

— Lo encontré.