Estragos

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¿Conoces los lapsos de paz?
Son placenteros
y cortos.
Ridículamente cortos.

Llegan cuando son despreciados
y se van al haber sido disfrutados.
Puedes llegar a estar irritado
por sentir su desaparición,
aún más por su candente reemplazo:
¡los cambios!

Llegas a pensar
que el orden de las cosas
es lo que sea,
menos tú aliado.
Lo avistas, rastreas la posibilidad para evadir y así poder continuar estático,
en tú minúsculo espacio pacífico.
¡Já! Qué artimaña más inútil.
Ya que, aprendes a aceptar,
que tú nuevo cambio
tiene exactamente el mismo
escondite que tú.
Es infalible.

¿Intuyen que se debe a un temor mórbido
al acto de pasar página?
¡Error!
Basamos los prestigiosos e inolvidables
eventos de nuestra vida
en la calidad de emoción
que estos traen.
Y para alguien que ya ha tenido a la paz en su cama, desnuda entre sus brazos y otorgándole seguridad, no hay peor pesadilla que la belleza inesperada.
Adicta a aparecer de súbito
y hacer estragos al primer contacto.
Es esa maldita sensación
de querer algo que nunca fue
pero podría ser tuyo...
¿No es de lo peor que existe?
Así, justo así son los cambios.

Simplemente no lo sé.
Debería aterrarte
estar demasiado tiempo quieto.
Porque, en cuanto bajes la guardia,
y acaricies a la paz por las noches,
sé que alguna mañana
ésta te habrá abandonado
y en cuanto tus irises se ajusten a la luz del día
una figura de aura exótica
te estará esperando afuera.

De mis favs, es que no puedo con tanto

Red 赤.

Por cada jodido latidoWhere stories live. Discover now