Tartamudeo

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Siempre lucía tan inaccesible.
Y, sin embargo, ahí estaba yo.
Invadiendo su espacio, silencios y pensamientos.
Yo no había logrado nada,
como la gente suponía.
Yo estaba ahí simplemente
porque él me lo permitía.
Quizás porque no era lo suficientemente molesta. O lo suficientemente lista como para no abrumarlo con mi propio mundo. Podría espantarlo. Incluso así, a veces no me contenía. Una vez empezaba la anécdota, mil historias entrelazadas venían con ella. No se alejaba cuando sucedía. Se sorprendía, tal vez pensaba que estaba loca. Él me escuchaba de corazón aunque dijera poco, recordaba detalles insignificantes de esos vómitos verbales tan torpes que me tomaban desprevenida. Cuando me contaba algo, o intentaba hacerlo sin tartamudear, me entusiasmaba en exceso. Eso lo divertía. En silencio, estábamos para el otro.

Él lucía tan inaccesible.
Y, pese a ello, me daba su atención.

—Red 赤.

Por cada jodido latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora