Capítulo 1: Toma de Contacto

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Si alguna vez me hubieran dicho que perdería un vuelo, que me meterían en otro de transporte, que estaría sentado doce horas entre cerdos y gallinas; y que perderían mi maleta al llegar, probablemente le habría mandado al hospital.

Sin embargo, aquí estoy yo. Oliendo a pura granja, a miles de kilómetros de mi casa sin nada de mi vida anterior más que el bolso que viajaba conmigo, las cenizas y la guitarra de mi madre. Era lo único que me quedaba de mi pasado.

Mi madre falleció hace un mes de cáncer. Lo sé, una mierda. De todas las personas que conocí ella era la menos repulsiva y mala de todos. Me había parido, me había criado como pudo entre trabajo y trabajo; y consiguió que por lo menos no me metiera ni en la droga o en bandas como haría normalmente un chaval como yo.

Hace más o menos un año, se lo diagnosticaron. Recuerdo ese día muy bien. Volví del instituto y me encontré a mi madre y un plato de mi comida favorita en la mesa. Normalmente, no estaría en casa para la comida por sus trabajos de medio tiempo por lo que comencé a sospechar.

No la dejé llegar al postre cuando le exigí que me contara lo que pasaba.

Lloró al principio pero según iba contandolo, más sollozos salían de ella. Yo no me lo esperaba sinceramente y menos que tendría un año solo para estar con ella.

No tenía amigos, ni familia. Solo eramos ella y yo. A pesar de mi genio y de mi forma de ser, ella nunca se quejó ni me pidió que cambiara. Siempre que podía la pasaba conmigo, pedía el día libre en el trabajo para mi cumpleaños y siempre iba a las reuniones y a los días de padres.

En resumen, una buena madre.

Por eso, dejé el instituto y me dediqué a ella. Al principio no le gustó la idea pero la convencí diciendo que tendría más tiempo que ella para hacer lo que quisiera.

Me puse a trabajar en un bar de mala muerte cerca de casa para que dejara el trabajo en el supermercado de por las tardes y que pudiera conservar el seguro médico que le proporcionaba el otro trabajo. Todas las tardes las pasábamos juntos, por lo menos hasta que los efectos del tratamiento hicieron mella en ella y casi no podía salir de la cama.

Los últimos meses fueron los peores. Estaba muy apagada, casi ni quería comer. Insistí mucho y pelee para que lo hiciera pero al final tuvieron que ponerle una sonda.

Dos días antes de morir, parecía que había mejorado un poco. Sin embargo, el médico ya me avisó de que podía suceder, que sería la señal de que le faltaba pocos días. Lo llamaban "la mejoría antes de la muerte".

Recuerdo que salí a por comida y al volver encontré a mi madre en la terraza de pie y el estuche de la guitarra encima de la mesa de la cocina.

Al principio pensé que se tiraría pero al ver su cara sonriente solo pude acercarme a ella y quedarme a su lado, viendo el cielo enegrecido por la contaminación de la ciudad.

"Guárdala, exponla, haz lo que quieras pero nunca la vendas. Ha sido muy importante para mí y quiero que la tengas."

Eso fue lo único que me dijo para luego volver a la habitación por su propio pie.

Fue extraño, sobretodo porque en los diecisiete años que tengo nunca la había visto antes. Nunca la abrí, ni siquiera después de que falleciera.

El día de su muerte fue un día muy gris, más bien negro en mi vida. La noche anterior, le costaba respirar mucho y vomitaba cada vez por tres sangre.

Nunca la había visto asi, así que llamé al médico y él solo pudo darle algo para el dolor y ponerle el respirador.

Falleció el 29 de Julio a las cuatro de la tarde. No me separé ni un solo momento de ella, solo me quedé ahí con ella mientras le sujetaba la mano hasta que ví cómo sus ojos llenos de vida se apagaban.

EL ALFA Y EL BANSHEE: LOS GUARDIANES DEL ZODIACOWhere stories live. Discover now