Capítulo 9: Entendimiento

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Lo primero que siento cuando salgo de la incosciencia es mi cabeza palpitar. Parece como si fuera a salir botando de su sitio en cualquier momento.

Intento abrir los ojos pero en cuanto entra un poco de luz, mi cabeza duele más. Cuando el dolor pasa un poco, decido abrir más los ojos. Lo primero que veo es un techo blanco con una lampara la verdad que un poco borrosa justo encima mía. Miro hacia la derecha y veo una mesilla y al lado un gotero unido a mí por una vía.

No no no no

En cuanto percibo donde estoy me espabilo enseguida y todo el dolor pasa a un segundo plano. Agarro la aguja incrustada en mi brazo y la quito velozmente, todo lo que veo en mi cuerpo lo quito. Escucho que algo pita pero me da igual, solo quiero salir de ahí.

Voy a salir de la cama cuando alguien abre la puerta. No reparo en quien es, solo me lanzo fuera de la cama y me dirigo hacia una silla, donde hay ropa.

Cuando voy a poner los dos pies en el suelo, noto como nada me responde y veo como el suelo se acerca hacia mi cara de nuevo. Cierro los ojos esperando el golpe pero no se produce.

-Abel, dios, ¿que haces fuera de la cama?- preguntó Melyssa. Me giré a verla, tenía cara de preocupación- Deberías estar descansando-

Charles era el que me estaba sujetando y el que había impedido que me diera de bruces contra el suelo.

-No puedo- dije negando con la cabeza en repetidas ocasiones. Me falta el aire- No puedo-

-Cariño, tranquilo- dijo Melyssa acercándose a mí. Me sujetó la cara con ambas manos-¿Que pasa?-

-Tengo que irme, no puedo quedarme aquí- dije como pude. Me faltaba el aire y las palabras salían muy forzadas. Me dolía el pecho y empezaba a ver como las paredes se estrechaban- No puedo-

Melyssa debió ver la desesperación en mis ojos porque enseguida se fue por la puerta llamando a un doctor. Mientras, Charles me llevó a la cama y me dejó allí, sujetando mi mano y mi hombro.

Mi respiración era irregular. Cerré lo ojos pero eso no me ayudaba a evadirme.

-Abel, respira, estoy contigo- dijo Charles una y otra vez- No va a pasar nada, estamos aquí-

Intenté normalizar mi ser pero no podía, simplemente no podía. Los hospitales son mi mayor terror. Siempre he dicho que nunca le he temido a nada, y es verdad. No le temo a nada porque sé que si le temes a algo se hace más fuerte y te destruyes si no sabes controlarlo.

Pero los hospitales...simplemente no puedo verlos, cuando tenía que pasar por una calle y había uno ahí simplemente cambiaba mi ruta, aunque esta fuera más larga, me daba igual.

Escuché como gente entró en la habitación. La mano de Charles no dejó la mía y noté como otra me agarraba mi otra mano. No abrí los ojos en ningún momento, ni siquiera cuando el que supongo que era el doctor nos dijo que podía irme a casa.

Nunca me puse más contento que cuando dijo aquello.

Una vez todos los médicos se fueron, abrí por fin los ojos. Melyssa me pasó la ropa y en menos que canta un gallo ya estaba vestido.

No podía andar por mí mismo por lo que me sentaron en una silla de ruedas y salimos de aquel maldito lugar. Cuando el aire frio llenó mis pulmones, tomé una bocanada tan grande que pensé que mis pulmones estallarían.

Ni Melyssa ni Charles volvieron a decir nada. Solo se limitaron a ayudarme a entrar en el coche y a conducir a su casa. Me gustaba el silencio pero era demasiado, sobretodo teniendo en cuanta lo que había sucedido. Esperé un sermón pero nunca llegó.

EL ALFA Y EL BANSHEE: LOS GUARDIANES DEL ZODIACOWhere stories live. Discover now