Capítulo 7: Instituto Luminar

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Meto lo que me falta en el bolso y observo la habitación por si me falta algo. Agarro el bolso y me lo acomodo en el hombro.

Estos días han sido tranquilos, más de lo que me esperaba la verdad. Después de la pelea y de conocer a Monique, esta me llevó a todas las tiendas que pudo hasta que cayó la noche. Compré ropa, que es lo que me urgía más ya que no podía empezar el instituto con solo una camiseta y un pantalón para todo el año.

Cuando llegué, era muy de noche, por lo que le pedí a Monique que me dejara al principio del camino. Obviamente, me miró raro pero inventé una escusa la verdad que patética para que no me dejara en la puerta. Al final, me dejó donde le pedí y me despedí corriendo, no sin anter prometerme que al día siguiente quedaríamos para desayunar. Accedí sin problemas, de hecho, tenía ganas.

Llevaba desaparecido todo el día y no quería que la conversación se alargara en casa con el hecho de que había bajado de un coche de una extraña. No quería más problemas.

Sin embargo, cuando llegué a la casa y entré no había nadie allí. Solo una nota que decía que tenía la cena en el horno y que tuviera buenas noches. Me alegré porque no tenía que confrontar a Mason ni dar explicaciones al resto de lo que había pasado ni de porque Mason tenía esa pinta.

Solo cené, me duché y me metí a la cama. Al día siguiente me levanté demasiado temprano y volví a salir. No había nadie despierto así que dejé una nota en la nevera diciendo que desayunaría con una conocida y me fuí andando. Gracias a dios ví una bicicleta un poco usada pero funcional en un cobertizo y sin pensarlo dos veces la cojí. No pensaba recorrer todo el camino a la ciudad andando.

Así han sido mis cuatro últimos días, levantarme, desayunar con Monique y Kenai, el cual cada vez hablaba más conmigo, recorrer la ciudad e incluso un día fuimos al zoológico, ya que a Monique le entusiasman los animales, y otro día al cine por la tarde.

El establecer relaciones con otros seres humanos no pensaba que fuera tan fácil. Siempre se me dió mal pero no siempre era mi culpa. Las personas queremos tener a personas sin problemas y con una personalidad parecida cerca pero no siempre se puede tener todo y encuentras amistades en gente muy opuesta a tí.

Monique es alocada, graciosa, alegre todo el rato, una persona querida por todos. Solo hay que ver cómo habla con todo el mundo, cómo se sabe sus nombres y se preocupa por todos; y ellos actuan de la misma forma con ella.

Kenai es el polo opuesto. Serio, no sonrie por lo general nunca, imponente, muy alto, brusco en algunos momentos como cuando conduce o agarra cosas con las manos. Recuerdo una vez en la cafetería que fue a traernos un vaso y estalló literalmente en sus manos.

Otra cosa que me llamó la atención es que la gente cuando le ve pasar, se suele alejar o no habla con él. Monique casi siempre es la que lo hace pero él es como si estuviera en otro plano. No parece que le agrade hablar pero el resto de personas tampoco intentan hablar con él como con Monique.

Por eso me gustan tanto estos dos. Monique me hace sacar alguna sonrisa y cuando necesito estar callado o prefiero el silencio con Kenai no tengo ningún problema.

Por otra parte, de mi móvil no volví a sabe nada y como estabamos a mitad de mes y mi cuenta esta casi bajo mínimos después del viaje y de comprar lo indispensable tengo que esperar bastante hasta poder comprar uno nuevo. El perderlo en sí no es lo que me molesta, sino las fotos y los mensajes que tenía ahí de mi madre. Era una costumbre suya que siempre que salíamos a algún sitio hiciésemos una foto y no traje ninguna fisica conmigo así que era lo único que tenía.

Iré a la comisaría de policía, si es que en este pueblo hay una para poner una denuncia de desaparición para ver si alguien lo encuentra. Es lo único que puedo hacer, es eso o volver sobre mis pasos y me niego a volver a esa finca. No quiero más problemas.

EL ALFA Y EL BANSHEE: LOS GUARDIANES DEL ZODIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora