Capítulo 24: Todos a una

195 7 4
                                    

Liam

La vida es una mierda.

¿Porque?

Porque algo tan preciado como respirar tiene un precio muy alto y no todos podemos pagarlo. Unos tienen la suerte de no tener complicaciones en su vida, otros tienen alguna que otra marca que les recuerda que son un ente que sangra y luego estoy yo.

Me considero una persona con suerte dentro de lo que cabe. Al menos tengo padres, aunque estos no actúen como tal. Siempre he pensado que fui un error. Vale, puede que suene un poco fuerte pero desde que tengo cinco años he sabido que mis padres no se quieren y que su matrimonio es más falso que un billete de tres dólares. 

Lo único que mi mente de un niño de cinco años que veía la vida de color de rosas no podía concebir ni entender era porqué dos seres juran por la eternidad amarse y respetarse si en el fondo ni se querían ni se soportaban. 

Cuando fui creciendo su ambiente oscuro ennegreció la vida de luces de ese niño de cinco años hasta dejar el cascarón que soy yo ahora. Tampoco es que hiciera nada para cambiar eso. No es que tuviera el apoyo incondicional de nadie para seguir adelante así que solo me dejé consumir en esas cuatro paredes.

Una vez crecí un poco, pude entender que el amor no está en todas partes y que para convivir no es necesario. Mis padres no se querían pero aún así habían conseguido construir un hogar en el que convivir. 

Ser un cambiante zorro no es fácil tampoco. Somos una especie rara en el sentido de que somos más útiles de componentes de pociones que de cambiaformas. Somos depredadores, pequeños pero lo seguimos siendo aunque eso no siempre es lo importante.

Mi padre y mi madre ni se conocían cuando se casaron. Fueron mis abuelos los que decidieron juntar a sus retoños para proliferar y que tanto sus apellidos como la esencia del zorro no acabaran.

En ese sentido entiendo a mis padres, les obligan a casarse y a tener hijos sin pensar en si eso es lo que realmente quieren. Por ello, entiendo que no fuera un niño querido pero si esperado.

La alegría de mis familiares decayó cuando se dieron cuenta de que realmente yo no merecía la pena. Había una probabilidad una entre cien millones de que saliera alguien como yo y el repudio ya no solo vino de mis progenitores sino también del resto de mis familiares. 

Ahí es cuando vino lo peor.

A los once o doce, no lo recuerdo bien, cuando se dio a conocer mi situación noté que mis padres no lo soportaron más. No solo tuvieron que casarse, acostarse y tenerme sino que encima todo ese esfuerzo no había valido para nada ya que había salido mal. 

Ahí es cuando comenzaron las palizas.

Mi padre se desquitaba conmigo por cualquier cosa, desde que no le había salido bien una venta hasta que simplemente escucharme respirar era doloroso para sus oídos. 

Los golpes no eran lo peor sino que mi madre estaba ahí y no hacía nada. 

Entiendo que no me querían, yo más que nadie no entendía el amor por lo que no les podía recriminar que me trataran así. 

Simplemente pensaba que era su forma de fijarse en que tenían un hijo, que estaba ahí.

Un año después empecé el instituto. A pesar de que vivía a las afueras, prácticamente en el bosque, había casas cerca y podía ver cómo los niños jugaban fuera con juguetes nuevos o con amigos. Yo nunca pude. Mi padres me prohibían el contacto con cualquiera.

Entonces no lo entendí, mi mente de niño pensó que como mis padres me querían no querían que jugara con niños malos por lo que lo dejé correr.

Cuando crecí entendí que no me dejaban relacionarme con el resto de personas porque no querían que conviviera con gente y descubrieran lo miserable que era mi vida y sobre mi condición. Era supuestamente un bochorno para la familia, para la manada, pero para el resto de personas era un blanco fácil. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 14, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

EL ALFA Y EL BANSHEE: LOS GUARDIANES DEL ZODIACOWhere stories live. Discover now