Capítulo 11: Ellos

435 32 6
                                    

-¿Seguro que está vivo?- llegó a mis oidos. La consciencia había vuelto a mí y sinceramente, entre el dolor de mi pecho y garganta; y las voces que escuchaba a mi alrededor no me animaban a abrir los ojos- Parece que no respira.

-Ezio- reprendió otra voz, esta vez femenina

-¿Que?- preguntó el otro- Mira su cara, parece un muerto viviente-

-Si no estuvierais discutiendo os habríais dado cuenta que está despierto- dijo otra voz masculina. Inconscientemente me tensé aunque seguí en la misma posición- Venga Abel, sabemos que nos estas escuchando-

¿Que tengo que perder?

Con desconfianza, prové a abrir un ojo. Lo primero que ví fue un techo, un techo de tierra. Había raices y lianas colgando y saliendo del techo. Entonces, abrí el otro ojo. No había mucha luz por lo que la molestia no fue mucha.

Lentamente, me fui incorporando. La habitación, bueno si eso se podía llamar habitación, estaba enteramnete recubierta por tierra. había muebles, sí, pero eran de madera y parecían que salian de las paredes. La cama en la que estaba reposando, estaba hecha de los mismo materiales y la manta que me cubría, parecía que tenía hojas aderidas a ellas.

De repente, un tirón doloroso atravesó desde el centro de mi pecho hasta mi boca. Solté un quejido mientras me tocaba la garganta.

-Eso es normal- dijo una voz a mi derecha. Levanté la cabeza y observé al chico a mi lado. Tendría más o menos la misma edad que yo. Pelo marrón muy largo, hasta más allá de los hombros; ojos color verde casi negro, muy raros la verdad, y desde mi sitio bastante alto- Hola-

-¿Quien..?- intenté hablar pero mi voz salió como la de un gato atropellado. Carraspeé pero el dolor se intensificó.

-No hables, todavía no- dijo una chica arrodillandose a mi izquierda. Edad parecida pero ella tenía un pelo rosa muy brillante y unos ojos color aguamarina resplandecientes. Al mirarlos, la verdad me quedé hipnotizado-¿Puedo?-

Levantó las manos y con sus ojos me hizo saber que se refería a mi garganta. La miré a ella y a sus manos, exceptico.

-Solo quiero ayudar- dijo levantando ambas manos, mostrándomelas- ¿Ves?-

Seguí mirandolas. No sabía donde estaba ni quienes eran. No me gustaba la idea de dejar mi vida en sus manos sin antes saber que había pasado.

-Primero cúrate, luego hablaremos- dijo el chico a mi lado. Le miré incrédulo mientras este sonreía. ¿Había...?- ¿Leido la mente? Si-

Ahora si que me quiero ir

-Abel, no queremos hacerte nada- intentó tranquilizarme otro chico que apareció en mi rango. Este al contrario que los otros dos, su apariencia no destacaba. Pelo corto rubio, ojos negros, un poco más bajo que el otro chico- Te lo explicaremos todo pero por favor, deja que Delia te cure-

Miré del rubio de nuevo a la chica. Observé su cara. En una situación normal pensaría que es una chica normal, incluso agradable con esa sonrisa pequeña en su cara. Sin embargo, su apariencia y esta especie de cueva-habitación y esos dos no me trasmitían muy buenas vibras.

Pero, ¿que puedo hacer sino?

Lentamente, moví la cabeza de arriba a abajo para que procediera.

-Bien- sonrió más la tal Delia acercándose más. No dejé de mirar sus movimientos- Pase lo que pase, no te asustes. Si te mueves mucho puede que no haga el efecto que necesitamos, ¿de acuerdo?-

Solo asentí. La verdad quería que lo que fuera pasara rápido.

-Voy a poner mis manos en tí, ¿de acuerdo?- preguntó Delia. Volví a asentir. Enseguida me puso ambas manos en mi cuello. Eran pequeñas y la verdad que bastante frías o mi piel estaba demasiado caliente- Vale, respira hondo y cierra los ojos. Te va a doler un poco-

EL ALFA Y EL BANSHEE: LOS GUARDIANES DEL ZODIACOWhere stories live. Discover now