Hogsmeade

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Había salido de mi casa, apenas lo noté quise quitarme los zapatos y poder sentir el césped en mis pies pero no creía que fuera una actualización digna del noble y antiguo heredero de la casa de los Grindelwald y esos malditos retratos claramente habían cambiado mi forma de ver algunas cosas, venía de una familia noble, debía actuar como tal.

Incluso con la obligación de mantener la etiqueta que yo mismo me había autoimpuesto pude disfrutar del ambiente, los extraños caballos se habían acercado y después de una demostración por parte de Albus pude subirme a uno de ellos, mis cosas fueron encogidas y guardadas dentro de de mi túnica excepto por mi gato que se había acomodado en mis brazos, Albus se movió un poco hacia adelante y en un instante los caballos empezaron a trotar mientras estiraban sus alas.

Volar era una sensación increíble, estar montado en un caballo raro alado y feo no era tan increíble pero aún así podía notar cierto encantó en su aspecto esquelético, no podía evitar reírme al notar las intenciones de Dumbledore, un caballo que solo aquellos que han visto la muerte pueden ver, una varita creada por la muerte, una "profecía" que me había mostrado el destino de los hermanos Peverell y a la misma muerte, quizás estaba maldito desde mi nacimiento, quizás el vivir tanto hacia que la muerte extrañará mi ausencia, aunque era más probable que la varita de saúco fuera la culpable.

Pero en este mundo había algo más increíble que volar en caballos esqueléticos... Este viaje... Está experiencia, permanecería en mi memoria hasta el último dia.. jamás podría olvidar algo así... Jamás... Jamás podría olvidar a mi gato totalmente petrificado agarrado a mis brazos, supongo que a los gatos no les gusta nadar y tampoco volar, aunque técnicamente mi gato debería poder flotar un poco, supongo que no se puede considerar poco unos cuantos kilómetros de altura, por fin ese gato tendría un castigo divino por todos los rasguños que me había dado... Solo tenía que esperar a que acabará el viaje y estar solo para poder reírme, dios sabe que el gato tiene buena memoria y es vengativo.

Las nubes negras y el cielo lleno de estrellas era algo que también valdría la pena recordar aunque en poco tiempo sería común verlas, después de todo astronomía sería una clase importante en hogwarts, el viaje sin duda fue hermoso pero como todo tenía un principio y un final, el final llego al llegar a la estación de trenes dónde pasamos por el andén 9 y 3/4 para abordar el expreso a Hogwarts.

El tren sin duda era cómodo, pero era extraño verlo tan vacío, casi parecía escenario para un cuento de terror, el viaje fue algo corto pero pude apreciar el paisaje mientras que Albus me hablaba sobre la historia del colegio de Hogwarts, sin duda su historia tenía cosas increíbles como el sueño profético de Rowena Ravenclaw y el cerdo verrugoso que la había guiando al sitio perfecto para construir el castillo, eran increíble que un castillo tan enorme fuera construido por solo cuatro magos aunque se sospechaba la ayuda de otros siete que eran familiares de los fundadores, además de que también mencionó algunos pasadizos que muy pocos usaban pero lo que más llamo mi atención fue la sala que va y viene.

Tenía una idea bastante vaga sobre la veracidad del libro "Las Leyes Fundamentales de la Magia" pero estaba seguro que si alguien había logrado encontrar una forma de burlar las sería Rowena Ravenclaw así que quizás la sala de los menesteres podría darme las herramientas necesarias para poder experimentar con las supuestas leyes mágicas, considerando que pudiera encontrar la sala, suponía que siete años sería suficiente y si no lo fuera siempre podría volver a Hogwarts si solicitaba un puesto como maestro.

Mientras que mi mente viajaba a través de un imaginario Hogwarts el viaje finalizó, habíamos llegado a la estación de Hogsmeade que era exactamente lo que podías imaginar al pensar en una estación de trenes, exepto por qué en lugar de candelabros habían almenos un centenar de velas flotantes que estaban repartidas por el andén, como era de esperarse en el suelo no había ni una sola gota de cera pero si había algunas plumas de lechuza, sentía un poco de vergüenza al no poder dejar de emocionarme por la vista que tenía a mi alrededor... "Eres el heredero de la más pura y noble casa de los Grindelwald, no un sangre sucia inmunda" casi podía escuchar al retrato de mi abuela regañándome, aún así no creo que un simple eco colgado en una pared pudiera hacerme mucho.

Hogsmeade era un pueblo hermoso, había decenas de tiendas en las que seguramente podrías encontrar todo tipo de artículos e instrumentos mágicos además las antiguas calles estaban bastante transitadas por personas de todas las edades, desde pequeños niños jugando hasta magos casi tan viejos como Dumbledore solamente faltaban los adolescentes que suponía estarían todavía dentro de Hogwarts, al caminar rápidamente me di cuenta que estaba a lado del centro de atención, todas las personas del pueblo parecían querer saludar al Dumbledore aunque la gran mayoría también me miraba a mí... Quizás podría pasar como un estudiante de Hogwarts pero aunque así lo pareciera no podía negar que sería raro ver al director con un alumno a estas horas de la noche.

Mientras más miraba a las personas menos prestaba atención a las tiendas de mi alrededor cosa que se notó cuando Albus se detuvo, frente a mi se encontraba el famoso bar de las tres escobas, parecía que el viaje había terminado.

El Heredero De Los Grindelwald Where stories live. Discover now