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Las familias de la manada albina fueron acomodadas en bonitas casas cercanas a la del líder, pues ahora que Felix estaba viviendo con él, lo mejor era mantener a la familia lo más cerca posible para no alterar al omega.

Después del fatídico día en la aldea de los Hwang, el celo de Felix se intensificó de la peor manera, obligando a Chan a permanecer a su lado, atendiéndolo y no dejándolo solo pues apenas se alejaba un poco Felix rompía en llanto, si bien el pelinegro tenía cosas que hacer como líder de la manada, no podía dejar a su omega solo, así que a veces venía alguno de los hermanos de Chan o incluso Rachael para pasar los mensajes del consejo a Chan y viceversa, todo a través de una puerta para no perturbar a Felix.

Esa mañana no fue diferente, a pesar que el celo ya estaba menos intenso, el platinado seguía terriblemente sensible, apenas Chan despertó pudo escuchar al menor llorar en sueños, por su lazo podía sentir la angustia y miedo que el menor sentía, podía intuir que estaba soñando con lo que había pasado, no había parado de soñarlo en toda la semana y era comprensible, Felix estaba aterrado del futuro, de que los Hwang decidieran tomar venganza contra ellos y su familia muriera.

El mayor giró a Felix para poder acurrucarlo contra su cuerpo, acariciando su blanco cabello con suavidad y soltando feromonas para calmarlo, sabía que su aroma relajaba mucho al menor, y aunque él no estaba muy acostumbrado a soltarlas, en este momento era muy necesario.

—Todo estará bien, lo prometo—susurró con voz calmada contra la piel de su frente.

Felix pareció calmarse pocos minutos después, por lo que Chan pudo sentarse en la cama y estirarse un poco, llevaba casi una semana recostado con Felix, levantándose únicamente para buscar comida o darse un baño después de eso regresaba a la cama, donde se quedaba recostado con el menor, dejando sus frentes juntas y viajando mutuamente en las memorias del otro, era una ventaja de tener a tu alma destinada, la conexión era tan fuerte y especial que podían llegar incluso al nivel de la comunicación por únicamente sus pensamientos.

Se quedó mirando el piso, él también era consciente de que los Hwang podían actuar, había pasado solo una semana, aún no había pasado nada, pero sabía que era porque no eran idiotas, estarían planeando algo lo suficientemente bueno para no tener bajas, la manada del sur era lo suficientemente grande y fuerte como para destruir a las otras, no se arriesgarían a un ataque directo.

—Channie...

El pelinegro giró de inmediato, la voz de Felix estaba un poco rasposa, pero mucho más normal y estable que los días anteriores, al parecer el celo ya estaba en las últimas.

—Hola pequeño...—sonrió y se recostó de nuevo, acercándolo y acariciando sus orejas con suavidad—¿Cómo te sientes? ¿Estas mejor?

—Estoy bien—dijo cerrando los ojos y apoyándose más al suave toque del mayor—solo estoy muy cansado...y tengo hambre.

—Creo que eso es bastante normal—dejó un beso en su frente—lo hicimos sin parar por una semana entera—sonrió al ver como las mejillas del platinado se ponían rojas.

—Quiero ver a mi mamá...

—Claro que si—dejó muchos besos sobre sus pecas, haciéndolo reír—¿Quieres darte un baño primero?

—¿Me llevarías? Aun siento débiles las piernas...

Chan solo asintió, se vistió con algo sencillo y rápido para después ayudar al menor a levantarse, lo envolvió en una cobija y lo cargó, llevándolo a la parte trasera de la planta baja de la casa, ahí estaba una pequeña gruta que Chan tenía como baño personal.

Primero el peligro ayudó al menor a darse un baño para después el simplemente entrar en su forma de lobo y darse un chapuzón. El menor sonrió al mirarlo jugar un rato en el agua, de tantas veces viendo sus memorias podía asegurar que Chan era una persona muy risueña y adorable detrás de toda esa faceta de líder rudo y serio.

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