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Felix miraba su reflejo con asco.

Su tiempo de calor por fin había acabado por lo que literalmente pateó a Bang Chan de encima suyo apenas el nudo en su interior se desinflamo, e incluso estando tan débil después de una semana entera de sexo rudo, lleno de odio y sin control, tuvo la suficiente para gruñirle que se largara de su vista.

Y como el pelinegro también estaba cansado y no tenía ganas de pelear se retiró de la habitación luego de medio vestirse, permitiéndole el paso a Jisung y Minho que se encargaron de ayudar a Felix a llegar al baño para poder limpiarlo y curar el exceso de heridas que tenía en el cuerpo.

Porque si, para Bang Chan su mordida de lazo no fue suficiente.

Tenía mordidas duras y sangrantes en gran parte de su cuerpo, 3 en su antebrazo izquierdo, unas 5 en el pecho y 7 mas regadas en los costados de su fina cintura, sus muslos eran los que estaban peor pues casi toda la cara interna de ambos tenía mordidas y hematomas, incluso había una en su tobillo.

Para la pareja fue horrible ver todo eso, pues había demasiada sangre y Felix no dejaba de gimotear del dolor.

Solo cuando estuvo limpio y con pomada y vendas en todas sus heridas Jisung pudo darle de comer una sopa y un té de hiervas que lo adormecería para ayudarlo a descansar, afortunadamente mientras lo bañaban las sirvientas limpiaron y cambiaron toda la ropa de cama para mayor comodidad.

Ahora, justo a la mañana siguiente de eso, había ido al baño porque seguía sintiendo su cuerpo pegajoso, pero ahora era por la pomada, decidió darse un baño y para ello se quitó todas las vendas que tenía, viendo su relejo en los bonitos cristales que adornaban el baño...

—Es una maldita bestia...—gruñó por lo bajo preparando la tina para poder bañarse.

Se tardó más de dos horas porque todo el cuerpo le dolía, pero cuando se sintió lo suficientemente limpio, salió envuelto en una larga toalla, caminó tranquilo hasta el enrome armario y de ahí saco ropa que seguramente pertenecía a Bang porque todo era negro y olía a él.

Sin más que hacer, se colocó la ropa, le quedaba bastante más grande debido a que el mayor tenía sin duda la espalda más ancha y mucha más musculatura que él, podían medir lo mismo, pero Chan definitivamente era más grande.

Caminó hasta la puerta de su cuarto y miró a través del cristal que había en el centro superior, podía notar las armas de los guardias a cada lado de su habitación, lo suponía, no lo dejarían salir de ahí teniendo en cuenta de que se podía ver el odio que él y Chan se tenían, porque claro que la gente de la enfermería había preguntado por las heridas a lo largo de sus brazos, hombro y espalda mientras lo curaban y claro que Chan había dicho que Felix era un salvaje en el celo, pero sobre todo que lo hizo con cizaña.

No lo dejarían caminar libre por ahí, a sabiendas de eso y de que muy posiblemente quisiera escapar, no era estúpido, Felix seguía siendo el príncipe del clan Lee, heredero directo a falta de prácticamente toda la familia, no lo iba a dejar salir. Se recostó entonces en la cama, Jisung llegaría en un par de horas con su comida así que no podía usar ese pretexto para llamar a alguien y que la puerta se abriera...

Abrazó una almohada y cerró los ojos, intentándose comunicar con Bang Chan por medio del enlace mental que formaba el lazo, a pesar de que su celo ya había pasado, la marca en su cuello había hecho que su omega se sintiera necesitado de cariño, llorando y rasguñando su interior porque necesitaba a su alfa con el ahora que lo había encontrando.

Y Chan, en su sala de juntas no se sentía tan diferente, si bien, su parte racional estaba concentrada en lo que se hablaba con le concejo, su alfa estaba dando vueltas de un lado a otro, sintiéndose atrapado y ansioso porque quería ir con su omega, quería estará con el y mimarlo, llenarlo de todo el amor que necesitaba porque al fin se habían encontrado y estaban separados.

Alfa, alfa, alfa

Lloraba el omega de Felix desde el interior con desesperación, Felix no lo entendía puesto que nunca se había sentido así, tan necesitado, tan triste, tan abandonado, como si nada en el mundo pudiera hacerlo feliz, solo su alfa.

Y los constantes llamados ya estaban desesperando a Chan, porque por mucho que intentó concentrarse en la junta, no podía, su alfa estaba gruñéndole en reclamo, suplicando también para estar con su omega, se sentía demasiado ansioso y desesperado, ni siquiera en el celo que no tuvo con quien pasar se llegó a sentir así.

Sin poder contenerlo más se excusó de la junta y salió de la habitación rumbo al cuarto donde tenía a Felix encerrado, excusándose con que no se sentía un poco bien, y claro que la gente lo notó, así que lo dejaron retirarse, posponiendo la junta para otro momento; al llegar, los guardias le permitieron la entrada sin que el tuviera que decir algo.

La puerta se cerró con seguro apenas entró, descubriendo al menor usando su ropa, siendo un ovillo en la cama y por el movimiento de sus hombros, se encontraba llorando, y Chan de verdad no supo porque, pero sintió tanta pena, tanta necesidad por protegerlo que se acercó a la cama, subiendo en ella y abrazando al chico contra su pecho.

El jadeo-sollozo que soltó Felix fue lo suficientemente dolido para que Chan se sintiera peor, el rubio se dio vuelta para poder esconderse en su pecho y aferrarse a su cuerpo con necesidad, el pelinegro se aferró a ese delgado cuerpo y comenzó a liberar sus feromonas para que se lograra calmar un poco.

Solo bastaron 5 minutos en esa posición para que ambas partes, alfa y omega, se sintieran calmadas porque de nuevo estaban juntas.

—Te odio tanto...—sollozó el rubio contra su pecho—te detesto como no tienes una idea.

—Lo sé...—dijo con voz suave, muy calmada y compasiva, más no arrepentida.

—Mataste a mis padres—apretó la ropa de Chan con fuerza, aunque lo que quisiera apretar era su cuello—mataste a mis hermanas...—y su voz salió un poco más rota que antes, porque si bien quería mucho a Rachael, Olivia, su pequeña Olivia le había dolido más—Me hiciste perder a mi bebé—y eso ultimo apenas lo entendió, porque su voz ya estaba tan baja y rota que las palabras apenas si salieron.

—Lo sé Felix... soy consciente de todo eso, pero ese bebé no tendría que haber estado dentro de ti en primer lugar, tú eres mío, eres mi omega, tienes que llevar a mis bebés, no los de nadie más... —gruñó esas palabras contra la coronilla del menor mientras este seguía llorando en su pecho—Eres mi destinado, mi alma gemela, por muy hijo de puta que sea, las cosas son así, tú eres mío, me perteneces, mi alma y la tuya son una, aunque duela y pese y parezca una estúpida broma cruel, pero nos pertenecemos uno al otro, nos guste o no...

Felix lloró con mas fuerza contra el pálido cuello del mayor, que tan fácil sería en ese momento morderle la tráquea y arrancársela, que fácil era poder matarlo por su cercanía, pero no podía, el solo pensamiento lo aterraba, hacía a su omega chillar aterrado por la posibilidad de perder a su alfa, además de que todos sus pensamientos Chan podría sentirlos también, aunque no le dijera nada, sabía que quería matarlo, claro que lo sabía, pero no podía, todo por su estúpido instinto.

Que difícil sería la vida de ahora en adelante, porque Felix sabía, ambos lo sabían, por mucho que se odiaran, se necesitaban y esa necesidad los mantendría en un carrusel de emociones contrarias que poco a poco los volvería dementes... 

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