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Felix permaneció días en la cama, acurrucado contra Chan y si no podía, se encerraba en un nido con sus prendas favoritas y muchas cobijas para intentar imitar el calorcito que Chan siempre le transmitía, afortunadamente seguía de vacaciones por lo que podía deprimirse a gusto sin tener que preocuparse por la escuela.

Aunque bueno eso tampoco sería un problema.

Chan ya había arreglado todo en esos días para que Felix pudiera tomar sus clases en línea apenas las vacaciones terminaran, pues cuando llegara la fecha de inicio de clases el menor ya estaría entrando en su treceava semana de embarazo lo que vendría siendo su tercer mes y el fin de su primer trimestre.

El pelirosa había mantenido solo contacto con sus hermanas, no intentó hacerlo con sus mamás ni ellas lo intentaron con él, lo que lo mantenía bastante decaído, pero eso pasada a segundo plano cuando Chan llegaba de trabajar justo como ahora.

El castaño entró a la habitación quitándose la corbata y comenzado a desabotonarse la camisa, algo que Felix siempre disfrutaba estando cubierto por completo desde su pequeño nido.

—Buenas tardes mi cielo—dijo en tono dulce, acercándose a la cama donde el menor ya lo estaba esperando. Se adentró en el nido con cuidado de no desacomodar nada, se recostó a su lado, dejando que el menor se acurrucara contra su piel-pues siempre se quedaba solo en pantalones-.

—Te extrañe mucho—murmuró contra su cuello, respirando su aroma.

Chan sonrió y paseó sus manos por todo el cuerpo del menor, de un tiempo para acá Felix acostumbraba a usar las playeras de Chan como pijama, dejando bastante accesible su piel para ser acariciado, y el omega lo disfrutaba mucho, el toque de su alfa siempre era amable y delicado, a veces tan suave que le provocaba escalofrió.

—También te extrañe—lo separó un poco para poder besarlo con suavidad, Felix suspiró de gusto, correspondiendo de inmediato, apegándose lo más que pudo al cuerpo del mayor, Chan metió la mano dentro de la playera para acariciar con cuidado su vientre esta vez un poco más grande que antes, pues ahora que ya habían ido al doctor-a pesar de la depresión de Felix y sus nulas ganas de hacer nada- para que revisaran bien al omega y les dieran una dieta acorde a las necesidades de sus hijos.

Felix se rio en medio del beso pues le provocaba cosquillas que tocara su vientre.

—Me haces cosquillas—dijo sobre sus labios, dejando pequeños piquitos después.

—¿Cómo te has sentido? —continuó con las caricias suaves al mismo tiempo que desviaba sus besos a las mejillas de su novio.

—Mejor, la dieta hace que ya no sienta tantos vómitos, pero a veces si vomito y es horrible—se quejó con un puchero que fue borrado rápidamente pues los besos continuaron hasta su cuello.

—Me alegra que ya estés mejor bebé—ronroneó esas palabras contra la piel de su cuello para seguir dando besitos y ligeras mordidas.

—Si sigues haciendo eso vamos a tener problemas—jadeó esas palabras al mismo tiempo que cerraba los ojos y mordía sus labios, las manos de Chan seguían tocándolo y los besos en su cuello cada vez eran más húmedos.

—¿Quieres que me detenga? —murmuró contra su cuello, apretando suavemente la piel entre sus manos, en este caso de su pierna derecha y su glúteo izquierdo, lo que obviamente le sacó un pequeño gemido al menor.

—¿N-No le pasara nada a los bebés si lo ha-hacemos?

Esa era una excelente pregunta.

Obviamente Chan se detuvo y lo miró con la duda en su rostro, así que se separó para poder tomar su teléfono e investigar un poco, si bien, en internet decía que no había riesgo alguno siempre y cuando la posición fuera cómoda para Felix, prefirió cerciorarse y llamar a la doctora que estaba llevando su caso.

—Doctora Choi buenas tardes—saludó el mayor teniendo a Felix acurrucado en su pecho, atento a lo que el mayor decía—mi pareja y yo tenemos ciertas dudas que no llegaron a nuestra mente en la consulta pasada.

El pelirosa se sonrojó obviamente, pues era algo penoso tener que preguntar eso ya que se notaria bastante lo que querían e iban a hacer.

A pesar de eso la mujer con toda la calma del mundo y sin pena alguna les explicó que no había ningún problema siempre y cuando -de nuevo- Felix se sintiera cómodo con las posiciones que ocuparan, el mayor agradeció y dejó el teléfono de lado, acarició el cabello de su novio y sonrió.

—¿Estas tranquilo sabiéndolo? —el menor asintió—Bien—dejó un beso en su frente—¿quieres hacerlo o ya te dio mucha pena? —preguntó hasta eso con cierto toque de gracia, pues conocía lo suficiente a su novio para notar que tener que preguntarle a la doctora lo había incomodado.

—¿Podemos hacerlo más tarde? —preguntó con pena.

—Cuando tu quieras mi pequeño—dejó un beso en su frente y se quedaron acurrucados en la cama.

—¿Cómo te fue en el trabajo? —no quería quedarse en silencio así que inició con eso al mismo tiempo que acariciaba el pecho de su novio con suavidad.

—Cerré 3 tratos con clientes importantes pero la máquina de chocolate se descompuso y yo no soy fan del café, pero solo había eso así que me quede sin beber algo caliente en la mañana, luego de ahí me peleé con la esposa de un cliente aunque el inversionista en si es él y no su esposa, pero todo se solucionó cuando llame a seguridad—sonrió travieso, como un niño pequeño y eso a Felix le pareció demasiado adorable—después de eso ya me vine para acá porque no tenía más emergencias y ya te extrañaba.

Felix sonrió y besó a su novio ya sin poder aguantarse más.

—¿Te he dicho que eres el ser más guapo y tierno de este universo? —dijo apenas se separó de sus labios.

—A veces, pero estoy seguro de que cuando nazcan nuestros hijos perderé el titulo—murmuró sobre los labios de su novio, volviéndolo a besar con cariño.

—Oh...

—¿Qué pasa?

—No había pensado en eso... ¿crees que sean niños? —miró su vientre y lo acarició con suavidad.

—Por tus antojos que son pura comida salada creo que sí, o bueno eso es lo que mi mamá me dijo, que siempre quería comida salada o picante cuando yo iba a nacer, así que puede ser que sean niños.

—Umm... ¿Cuándo podemos saber que son?

—Creo que hasta la semana 18, o eso decía el folleto que nos dieron en el hospital.

Felix hizo un puchero y continúo acariciando su vientre.

—Honestamente no me importa lo que sean, los amare igual—dijo dejando el puchero de lado para remplazarlo por una cálida sonrisa que a Chan le derritió aún más el corazón.

Estaba demasiado enamorado de Felix y cada gesto lo hacía sentirse mucho más bobo de amor que antes.

Y la buena noticia es que-si todo salía bien- tenía toda una vida para seguirse enamorando.

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