Capítulo 23: Perdida

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Al tocar el suelo con los pies, se me doblaron ligeramente las rodillas solté el traslador y Harry alado mío hizo lo mismo y la cabeza del mago dorado cayó e hizo un sonido metálico.

Entonces echamos un vistazo a nuestro alrededor y nos percatamos de que habíamos llegado al despacho de Dumbledore los directores y las directoras dormían en sus retratos.

Me acerqué lentamente a la ventana: una línea de color verde pálido recorría el horizonte indicando que no tardaría en amanecer.

Todo estaba en silencio y quietud, me quedé viendo la lejanía por la ventana, de alguna manera la culpa me atormentaba, la culpa de que Amy hubiera muerto; podría culpar a Sirius por haber dejado que ella fuera allí, se supone que ella estaba en el instituto, si no la hubiera dejado sola no habría pasado esto, es mi culpa.

Si no hubiera sido tan estúpida y no hubiera avisado a la orden, ella no hubiese llegado, pero si la orden no llegaba quizás los chicos hubieran muerto.

Era insufrible, no quiero pensar en ello, no puedo aguantarlo, dentro de mí había un terrible vacío que no deseaba sentir, la culpa y el dolor me carcomían no lo soportaba.

— Amélie — pronuncio Harry a mis espaldas — Estás herida —

Era cierto aquellas cuerdas que me habían aprisionado antes se habían clavado en mi piel como espinas, pero eso no me importaba, no ahora.

— Lo siento, es mi culpa, si tan solo yo...  — dijo pero lo interrumpí

— No hables, solo no hables — dije sintiendo una presión en mi pecho.

Entonces unas llamas de color verde esmeralda se prendieron en la chimenea vacía, cuando la alta figura de Dumbledore salió de entre las llamas, los magos y las brujas de las paredes despertaron, y muchos de ellos le dieron la bienvenida.

— Gracias — dijo Dumbledore levemente.

Me dediqué a mirar por la ventana, mientras ignoraba lo que sucedía a mis espaldas.

— Bueno, Harry — dijo Dumbledore  — Supongo que te alegrará saber que ninguno de tus amigos sufrió mayores daños por lo ocurrido esta noche, la señora Pomfrey está curándolos —

— No todos — Susurro levemente Harry

— Sé cómo te sientes, Amélie — dijo Dumbledore

— No, no lo sabe, no tiene ni la mínima idea, así que no venga a decirme que sabe como me siento porque eso es una gran mentira —  dije alzando la voz, girándome para verlo a la cara

— No deberían avergonzarse de lo que sienten — decía Dumbledore dirigiéndose a Harry y a mí — Más bien al contrario, el hecho de que puedan sentir un dolor como ese es su mayor fortaleza —

La ira recorría cada espacio de mí, y acababa con mi paciencia.

— ¿Nuestra mayor fortaleza? — repitió Harry con voz temblorosa —  Usted no tiene ni idea, usted no sabe…  —

— ¿Qué es lo que no sé? — le preguntó Dumbledore con calma.

— No quiero hablar de cómo me siento, ¿vale? — Dijo Harry

— Que sufran así, ese dolor demuestra que todavía son humanos  — dijo calmadamente Dumbledore

— ¡CÁLLESE, NO TIENE DERECHO A HABLAR DE LO QUE SENTIMOS O NO, PERDÍ A QUIEN AMO, Y SI SUFRIR DEMUESTRA ESO, PUES ENTONCES NO QUIERO SER UN SER HUMANO! —  grité

Inconmensurable (Hermione Granger)Where stories live. Discover now