Capitulo 3

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Cruzo los brazos mientras espero pacientemente a que Gia deje de compartir saliva con su novio.

La mayoría ya se había ido del lugar. Pero el grupo de antes estaba hablando con los artistas y Gia... Gia estaba en lo suyo.

-Cuidado se atragantan- susurro para mi misma. Soy una estúpida por venirme en un vestido blanco, el culo me ha quedado verde por el pasto.

El frío estaba calandome hasta los huesos. Paso mis manos desde mis hombros hasta mis codos y tirito.

-Hola- me habla una voz ronca y profunda a mi espalda. Me vuelvo y me encuentro con el muchacho de ojos azules. Inmediatamente mi cara se pone roja.

-Eh, hola- respondo tímidamente. Está con las manos en los bolsillos y un poco encorvado.

-Así que te gusta dibujar gente desconocida...

-Así que te gusta estar sentado en medio de la lluvia- contraataco. Él me sonríe. Es extraño, me parecía alguien melancólico, supongo que su sonrisa debe ser muy poco usual.

Gia me llama y yo me vuelvo hacia el grupo y ella.
-Vamos a ir a una reunión, ven- entonces mira al muchacho y sonríe picara -O si tienes otros planes está bien.

Mi cara se pone aún más roja.
-Eh no. Ahora voy- digo negando con la cabeza. Él muchacho suelta una risa.

-No te pongas tan nerviosa. Tu cara está más roja que un tomate- me muerdo el labio. Vaya comentario. Me quedo callada. -¿Tienes frío?

-¿Eh?

-Pareces una maraca- se explica. Le intento sonreír.

-Si, mucho. Pero fui una tonta, debí traer un saco- digo abrazandome a mi misma. Su expresión parece sería y eso me intimida.

-Ten- dice sacándose su saco negro, quedando en una camisa negra de cuello V (pareciera que va para un funeral) y me lo pasa.

-No es necesario... Eh...

-Helen- me aclara -Helen Otis.

Aunque su nombre fuera más para mujer, me encantaba. Era original. Le sonrió con agradecimiento y me meto en el saco, sintiendo el calor de su cuerpo. Suspiro de alivio.

-Oh gracias, me estaba congelando.

Él sonríe.
-Denada, eh...- dice imitandome.

-Marzia- sonrió -Marzia Rossi.

Gia me agarra del antebrazo y yo me vuelvo asustada.
-¿Vienes o ya tienes planes?- dice guiñandome un ojo. La fulmino con la mirada.

-Tranquila. Supongo que te veré en otra ocasión para que me dibujes- dice despidiéndose Helen con la mano y alejándose.

Nos montamos en un monovolumen, Gia me lleva en sus piernas, ya que soy mucho mas delgada que ella, y eso que ella tiene un buen cuerpo.
Ellos ríen y hablan del concierto. Son personas agradables y hipsters.

Pero lo único que podía ocupar mi mente era Helen Otis, su mirada que parecía invadirme el alma y ver cada uno de mis secretos. Su pelo negro y desordenado y sus ojeras, que mostraban cansancio y silencio.

Y Dios, me había llevado su saco, que olía a él, una mezcla de perfume varonil y almendras. Uf, jamás se lo voy a devolver. Si es que algún día nos volveremos a ver.

Llegamos a una casa de pintura blanca en un barrio silencioso. Era la casa de una de las chicas, pusieron rock, trajeron vodka y poco a poco, la cosa se puso rara.

En un momento, una chica estaba sobre una mesa, bailando sin camisa. Me muerdo las uñas nerviosa, también había tomado licor y estaba mareada. Gia y su novio estaban besandose. ¿En algún momento se hablan? Bueno, no se puede hablar con la boca llena.

Un chico me invita a bailar y yo acepto. La música resuena en mis oídos y cierro los ojos, sintiéndola y dejándome llevar en ella. Las manos del chico están en mis caderas, bajando lentamente.
Abro los ojos alarmada y lo empujo.

-No te pases de listo- le aviso. Él me sonríe y me aprieta más a él. Suelto un chillido e intento empujarlo lejos de mi. Tiene su boca en mi cuello, besándolo y lamiéndolo. -¡Para ya! ¡Maldita sea, que asco!- grito.

Pero todos están tan ebrios que no me prestan atención. Y la música y la oscuridad no ayudan.

No puedo más. Le doy un rodillazo en el estómago, haciendo que d aleje de mi contraído. Entonces Gia se da cuenta de lo que pasa. Pero ya es tarde, ya estoy saliendo de ahí, con las lágrimas corriendo por mi rostro.

Salgo de la casa y me limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

-¡Marzia!- grita la voz de Gia a lo lejos -¡Espera!

Corre hasta mi y me agarra del hombro, me volteo hacia ella.
-Oye lo siento. Ya me encargare de ese idio...
-¡No!- exclamo interrumpiendola -Tu sigue con tu novio. Después de todo, no me ayudaste cuando te necesite allá- digo señalando la casa, las lágrimas siguen mojando mis mejillas -Dices ser mi amiga y no dejas a tu novio ni un segundo ni por que me fueran a violar.

Ella se queda pálida. Pero mi ira ya estaba al tope.
-¡Mira Gia, vuélveme a hablar cuando sepas lo que es ser una amiga!- le espeto y me doy la vuelta para seguir con mi camino. Aún así oigo como susurra.
-Lo siento...

.
Timbro en el citofono de mi apartamento para que mi madre me de permiso de entrar al edificio.

-¿Quien es?- responde desde el aparato.
-Soy yo mamá- respondo aguantandome los jadeos.
-Ah, ya veo. ¿Por qué no vas y te quedas en casa de Gia? Ya que no a tu madre le haces caso, sólo a Gia.
-Ni me la menciones- gruño -Por favor, déjame pasar- le suplico.
-No- dice y corta. Quedo pasmada, en medio de la noche fría y silenciosa.

Me siento en la entrada y lloro. Lloro por que mi madre es cruel conmigo, lloro por que mi mejor amiga no me da la importancia que quiero. Lloro por que Cristal no está conmigo.

Dios, que patética soy.

Me siento en el concreto y hundo mi cara entre mis piernas, ahogando mis sollozos. Oigo unos pasos cercanos, de repente, se detienen.

-¿Marzia?

The Painting |Bloody P.|Where stories live. Discover now