xii. Los fundadores

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CAPÍTULO DOCE
Los fundadores de Hogwarts

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DURANTE LOS DÍAS SIGUIENTES, en el colegio no se habló de otra cosa que del ataque a la Señora Norris

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DURANTE LOS DÍAS SIGUIENTES, en el colegio no se habló de otra cosa que del ataque a la Señora Norris. Filch mantenía vivo el recuerdo en la memoria de todos, haciendo guardia en el punto en el que la habían encontrado, como si pensara que el culpable volvería el escenario del crimen. Lo habían visto fregar la inscripción del muro con el Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower, pero no había servido de nada: las palabras seguían tan brillantes como el primer día.

Cuando Filch no estaba vigilando el escenario, merodeaba por los pasillos con los ojos enrojecidos, ensañándose con estudiantes que no tenían culpa alguna e intentando castigarlos por faltas tan estúpidas como <<respirar demasiado fuerte>> o <<estar contento>>.

Astoria estaba realmente triste por la Señora Norris. Daphne aseguraba que era porque adoraba a los gatos, pero Dianne se preguntaba si tenía algo que ver con que Ginny Weasley también ser viera bastante afectada.

—No la conocías, Tori—la intentó animar Daphne, mientras le acariciaba la espalda con suavidad —. Tranquila, cosas como estas no suelen suceder en Hogwarts. Atraparán al que haya sido y lo expulsarán, ya verás.

—Sigues dándole vueltas, ¿Verdad? —preguntó Theo a Dianne al verla tan callada.

—Sí...—Dianne hizo una mueca—. No he dejado de pensar en la "Cámara Secreta".

Theo se mordió el labio inferior al verla preocupada por Hermione.

Ambos observaron como Ron parecía observar su pergamino como si quisiera hacerlo levitar con la mirada. Harry llegó en ese momento y les contó cómo había reaccionado Justin Finch-Fletchey al verlo.

—No sé por qué te preocupa, si siempre has pensado que era un poco idiota—dijo Ron, escribiendo con la letra más grande que podía—. Todas esa tonterías sobre lo maravilloso que es Lockhart...

—No vale la pena—opinó Dianne, haciendo que ambos la mirasen—. Ese chico tiene el cerebro del tamaño de un guisante.

Harry sonrió levemente.

—¡Me faltan tres centímetros! —se quejó Blaise, dejando caer la cabeza contra la mesa.

—Creo que te faltan más—se burló Theo.

Dianne y la cámara secreta² ✓ Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ