xxviii. El culpable y la inocente

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CAPÍTULO VEINTIOCHO
El culpable y la inocente

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HUBO UN TENSO MOMENTO DE silencio cuando Harry, Dianne, Ron, Ginny y Lockhart aparecieron en la puerta, llenos de barro y suciedad

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HUBO UN TENSO MOMENTO DE silencio cuando Harry, Dianne, Ron, Ginny y Lockhart aparecieron en la puerta, llenos de barro y suciedad. Y, en el caso de Harry, sangre. Luego, alguien gritó:

—¡Ginny!

Era la señora Weasley, quien estaba llorando delante de la chimenea. Se puso de pie de un salto, seguida por su marido, y se abalanzaron sobre su única hija.

Harry y Dianne, sin embargo, miraban detrás de ellos. El profesor Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo de forma apacible, junto a la profesora McGonagall, quien respiraba con dificultad y se llevaba una mano al pecho. Fawkes pasó zumbando cerca de ellos, para posarse en el hombro de Dumbledore.

Sin apenas darse cuenta, Harry y Ron se encontraron atrapados en el abrazo de la señora Weasley, mientras Dianne los observaba de reojo.

—¡La habéis salvado! ¡La habéis salvado!

—En realidad, mamá—Ron soltó un pequeño suspiro—, Dianne ha hecho mucho más por Ginny que yo...

A la rubia aquello la pilló desprevenida, igual que a Harry, quien miró a su mejor amigo como si acabara de conocerlo. La señora Weasley dirigió su mirada a Dianne, quien había mantenido su mirada en Dumbledore hasta que el pelirrojo pronunció su nombre.

Se mordió el interior de la mejilla cuando la mirada del señor Weasley también cayó en ella, pero para su sorpresa, él le sonrió. Segundos después, la señora Weasley abrazaba a Dianne con fuerza, y con algo que la rubia había notado en pocas personas... cariño.

—Gracias, muchas gracias—lloriqueó la señora Weasley, todavía abrazando a la rubia—. Gracias por salvar a mi hijita, cielo.

—¿Cómo lo hicisteis? —preguntó el señor Weasley, con la voz algo temblorosa.

—Creo que a todos nos encantaría enterarnos—dijo la profesora McGonagall, con un hilo de voz.

Harry miró a Dianne, quién asintió con la cabeza. Ambos se acercaron a la mesa y depositaron encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubies incrustados y lo que quedaba del diario de Ryddle.

Harry les contó todo. Habló durante casi un cuarto de hora, mientras los demás lo escuchaban absortos y en silencio. Contó lo de la voz que no salía de ningún sitio; que Hermione había comprendido que lo que él oía era a un basilisco que se movía por las tuberías; que él, Dianne, Ron, Daphne y Theo siguieron a las arañas por el bosque; que Aragog les había dicho donde había matado a su víctima el basilisco; que habían adivinado que Myrtle la Llorona había sido la víctima, y que entonces, la entrada a la Cámara Secreta podía encontrarse en los aseos.

Dianne y la cámara secreta² ✓ Where stories live. Discover now