xvi. Club de duelo

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CAPÍTULO DIECISÉIS 
El club de duelo

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UNA SEMANA MÁS TARDE, DIANNE, Theo y Daphne cruzaban el vestíbulo con tranquilidad, cuando vieron a un puñado de personas agolpándose delante del tablón de anuncios para leer un pergamino que acababan de colgar

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UNA SEMANA MÁS TARDE, DIANNE, Theo y Daphne cruzaban el vestíbulo con tranquilidad, cuando vieron a un puñado de personas agolpándose delante del tablón de anuncios para leer un pergamino que acababan de colgar. Seamus Finnigan y Dean Thomas les hacían señas al trío de oro, quienes no estaba muy lejos de ellos, aparentemente entusiasmados.

—¡Van a abrir un club de duelo! —escucharon exclamar a Seamus, con tanta estridencia que estuvieron seguros de que todos los alumnos ya se acababan de enterar del club—. ¡La primera sesión será esta noche! No me importaría recibir unas clases de duelo, podrían ser útiles en estos días.

—¿Por qué? ¿Acaso piensas que se va a batir el monstruo de Slytherin? —cuestionó Ron con sorna, pero lo cierto es que él también leía el cartel con interés—. Podría ser útil —"susurró" a Harry y a Hermione, sonando emocionado—,¿vamos?

—Así que un club de duelo—masculló Theo, mientras se balanceaba sobre los pies, con aire inocente—. No lo sé, suena algo...

—Sospechoso, ¿verdad? —asintió Dianne, mirando el pergamino con el ceño fruncido. Había algo en aquello que no le olía demasiado bien—. Y claramente reconozco esa letra...

—Oh, no—se lamentó el chico, pues él también la había reconocido.

Aquella noche, a las ocho, los tres Slytherin estaban en el Gran Comedor. Las grandes mesas de comedor habían desaparecido, y había una tarima dorada adosada a lo largo de una de las paredes, iluminada por miles de vela que flotaban en el aire. El techo volvía a ser negro.

—Me pregunto quién nos enseñará—cuchicheó Hermione, con la voz cargada de curiosidad, a un lado de Dianne y Daphne—. Alguien me ha dicho que Flitwick fue campeón de duelo cuando era joven, quizá sea él.

—Con tal de que no sea...—Harry empezó una frase que terminó con un gemido: Gilderoy Lockhart se encaminaba a la tarima resplandeciente en su túnica de color ciruela oscuro, y lo acompañaba nada más y nada menos que Snape, con su usual túnica negra.

—¿Decías, Potty? —se burló Dianne en un susurro, haciendo que el mencionado le sacara la lengua.

Lockhart rogó silencio con un gesto de brazo y dijo:

—¡Venid aquí, acercaos! ¿Me ve todo el mundo? ¿Me oís todos? ¡Estupendo! El profesor Dumbledore me ha concedido permiso para abrir este modesto club de vuelo, con la intención de prepararos a todos vosotros por si algún día necesitáis defenderos tal y como me ha pasado a mí en incontables ocasiones (para más detalles, consultad mis obras).

Dianne y la cámara secreta² ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora