Capítulo 6

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La fiera inquieta.

En mi departamento.

Le mostré dónde dormiría y no volví a dirigirle la palabra hasta que fue la hora de cenar. Sinceramente no me daba la gana de verle el rostro a alguien que era angelical y un demonio a la vez. Conmigo era el ser despiadado y con aquel hombre... con ese bastardo ni hablaba. Había pedido comida porque tampoco quería cocinarle a ella. Iba a contratar a alguien para que fuera mi chef mientras la reina de Narnia se encontraba en mi casa.

Defiende al golpeador.

Es asqueroso e insoportable.

Escuché el sonido de la puerta cerrarse y supuse que ella venía para la cocina. Suspiré varias veces para calmar mi ira y no ir a matar a palazos al tipejo aquel. Ninguna mujer debe ser tocada o maltratada. No me importa si me dicen que ella se lo buscó. Tengo dos hermosas madres y cada una tiene personalidades de guerreras. Ellas me enseñaron junto mis tíos y mi padre, que sí, las mujeres joden, las mujeres son intensas, las mujeres pueden ser todo lo que tú quieras, pero ninguna merece ser golpeada. No vamos a hablar de las capacidades de aguante de la mujer y el hombre. Solo digo que odio a ese bastardo y sus ganas de joderme la paz.

—He terminado de desempacar. ¿Dónde puedo pedir comida? —su voz, me hace cabrear—. Estoy hablando contigo así que no me ignores.

Me volteo y le entrego una de los envases de sushi que había pedido. Ella lo ve y niega con la cabeza, la miro a los ojos y suelto el envase en la encimera.

—¿Ahora no te gusta el sushi o es que debes pedirle permiso a tu novio? —alzo la ceja mientras ella me ve inexpresiva.

—No puedo comer ningún tipo de pescado. Ya que eso podría causar alergias y me lo han prohibido durante toda mi vida. Es parte de las reglas de la monarquía Sueca —suspira—. ¿Qué tiene que ver Jasper en esto?

—No lo sé, capaz te golpea por no pedirle permiso para comer —tomo el envase de sushi y lo llevo a la nevera para guardarlo—. Cómo sueles defender semejante babosada, por eso preguntaba.

—No hables de lo que no sabes —la escucho molestarse—. No defendería a alguien que golpea a las mujeres. Solo que con Jasper es diferente. No te diré que lo conozcas, pero si te diré que estás excelentemente equivocado.

—Jamás en mi vida me he equivocado y tú —voy hacia ella—, estás ocultando lo que él te hace porque supuestamente lo amas. Nada más falta que me digas que él no te volverá a poner una mano encima. Qué cambió y te traerá muchas de tus flores favoritas.

Sonríe y hace que me cabree más.

—Por lo menos me llevará flores sinceras en mi funeral —ella termina de reducir el espacio entre nosotros—. ¿A ti que te darán aparte de mensajes de odio y falsos lamentos?

Nos quedamos así, sin movernos. Su respiración iba al compás de la mía, su perfecta nariz perfilada estaba tocando la mía y sus extraños ojos, me miraban con rabia.

—A mí me odias, pero a él le permites golpearte —mis ojos iban de sus ojos a su boca—. A mí me matas si te digo algo que no te guste, pero a él le permites todo. Debería enseñarte más bien, los diferentes tipos de golpes que te puedo dar en una noche y dejarte fuera del juego.

—Tú eres quien insiste en que él me golpea, no yo —se aparta—. No juegues con fuego. Tengo novio y jamás lo dejaría por alguien como tú.

—Una persona extraordinaria, maravillosa, increíble y demasiado perfecto para ti —alzo una ceja al ver que sus manos estaban temblando.

Sonríe nerviosa.

—Una persona básica —dice, para luego irse nuevamente a la habitación.

¿Soy básico para ella? Qué equivocada se encuentra este ser.

El EmpresarioWhere stories live. Discover now