Capítulo I

503 28 8
                                    

Dos años después...

Alexia.

El ser humano por naturaleza es un traidor y oportunista. Cuando vemos que necesitamos conocer a alguien para nuestro propio beneficio, vamos hacia ellos como un depredador que caza a su presa.

Parecemos bestias cuando atacan nuestra familia.

Si te enamoras de una persona, buscas la manera para acercarte y lo envuelves con tus encantos hasta que caen rendido a ti. Y si quieres algo, eres el ser más paciente hasta que lo consigues.

¿Ven que no somos diferentes a un animal? Leopardo, león o cocodrilo... no hay diferencia entre ellos y nosotros.

Jasper hace dos años que desapareció de mi vida o tal vez de la tierra. Todo estaba bajo investigaciones hasta que salí embarazada y me aislaron de la civilización. No volví a saber nada de nadie y mis padres decidieron quitarme los títulos reales por mi seguridad.

Dejé de ser princesa y me convertí en una plebeya a tiempo completo.

—Mami, ese no me gusta —se queja Mateo cuando termina su serie favorita—. Vamos a casa, es hora de dormir.

Hace pucheros mientras me ve.

Mi adoración en todo el mundo es ese pequeño rubio.

—Debo terminar de trabajar, cariño —respondo, caminando hacia él—. Iremos a casa después de enviar ese trabajo. Lo prometo.

—Y después vamos por helado, ¿sí? —sus ojitos se iluminan, dándome un abrazo—. Un helado coco.

Sonrío al escucharlo hablar.

—Prometo que iremos por tu helado y todo lo que desees, cielo —se sienta nuevamente a ver la tablet—. Solo aguanta unos minutitos más y nos iremos corriendo lejos de aquí.

Asiente varias veces y continúa viendo la serie que antes no quería.

—Te pareces tanto a él —susurro al verlo absorbido en su mundo.

Mateo es un hermoso rubio de dos años y medio que no se parece a mí. Podría decir que es Giotto en versión miniatura y no tendría problemas. Mi pequeño niño tiene mejor carácter que su padre, pero no todo es perfecto por este lado del charco.

Aunque nunca han tenido contacto y jamás se han visto, Mateo tiene expresiones de su padre y actitudes igual que él. No sé qué haré para ocultar que es su hijo, pero en mi caso, no necesito una prueba de ADN para saber quién es su padre.

Más bien deberían hacerme una prueba a mí porqué lo tuve 9 meses en mi vientre y lo único que sacó de mí, fueron los títulos reales que serán suyos al cumplir la mayoría de edad.

***

Vine a trabajar a la empresa de Giotto nuevamente por órdenes de mis padres y Arya, más que todo porque desean que las relaciones vuelvan y para decirle a la prensa que estuvimos viviendo en secreto por muchos años.

Las ideas de mis padres son increíblemente fantasiosas, pero se saltaron un pequeño detalle de todo esto...

Giotto es un mafioso.

—¿Seguirás prohibiéndome que vea a mi hijo? —me habla molesto, al verme en el pasillo.

No había nadie en este piso, siempre trato de salir antes de que mi asistente se vaya. Veo el rostro de Giotto y debajo de sus ojos hay ojeras... se le nota cansado.

Desde que llegué aquí se ha mantenido tenso y tratando de acercarse a Mateo, pero le he pedido incontables veces a Sarah, que mantenga alejado a mi bebé de él.

—No es tu hijo. Así que no hay ninguna razón para que te tengas que acercar a él —respondo, mirándolo fijamente.

Él hace una mueca de desagrado.

—Alexia, el niño es la versión mejorada de mí. ¿Tienes el descaro de decir que no es mío? —pregunta aún más molesto—. Estuve dos años lejos de él, no me quites la oportunidad de verlo crecer ahora que están en casa —señala a Sarah y a Mateo, que está dormido—. No me he acercado por respeto a ti, pero no me quites la oportunidad de ser padre.

Me río.

—Tú me abandonaste el día de nuestra boda, ¿crees que te esperé y no hice mi vida con otro hombre? Por favor, Giotto. No te creas tan especial en el universo —digo dolida.

Sí, te esperé y aún lo hago, pero no hay vuelta atrás.

No cuando estás metido en cosas extrañas.

—Me alejé de ti para protegerte. Me inicié en cosas para que tú vivieras segura. Alexia, te busqué tantas veces que perdí la cuenta. No te encontré porque estabas escondida en quien sabe dónde —se cruza de brazos.

—Te faltó buscarme mejor —respondo seca—. Si fuera tu hijo te lo dejaría ver sin problemas, pero como no lo es, no hay razón para que lo veas —afirmo mirándolo mal.

Me da una mirada que conozco muy bien. Es la misma mirada que me dio cuando me propuso ayudarme con Jasper.

Frío.

Calculador...

Me tenía nuevamente en sus manos.

—Arya te trajo a la empresa para que estuvieras segura. Quiere decir que Mateo es mi hijo porque mi madre no usa trucos como mi padre y yo —trago grueso—. Sabes perfectamente quienes somos nosotros y aún decidiste entrar a la empresa. ¿Quién los persigue, Alexia? ¿Quién te sacó de tu escondite y te obligó a pedirle ayuda a la persona que tú más odias?

Una punzada de dolor en mi pecho me hace hacer una mueca. Con ganas de llorar y una impotencia enorme, le respondo.

—No tengo nada que hablar contigo. Que pases buenas tardes —me alejo ante la atenta mirada de Giotto.

Sabía que esto sería así.

El EmpresarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora