Capítulo XIII

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Giotto.

Ella es bastante especial…

Tenía algunos días de haber empezado a vivir con Alexia y era una cosa fuera de este mundo. Anteriormente no tuvimos ningún tipo de oportunidad, así que he disfrutado el cielo y el infierno que me provoca estar con ella. Cabe destacar, qué Mateo, definitivamente es mi versión, pero más pequeño. Cuando las personas hablen de la genética y los grandes parecidos, no crean que eso es un juego.

Solo debes esperar que tu hijo tenga cierta edad y empiece a mostrar su personalidad.

Mateo, sin haberse criado conmigo, es una cosa increíble y me hace amarlo cada día más. Mi pequeño es tan perfecto, hermoso, malcriado, adorable, prepotente, ególatra y con problemas graves de riqueza exagerada.

Piensa que se lo merece todo.

Algo así como yo, hace unos casi tres años.

Por eso estamos en las fulanas clases de protocolo para Mateo. Esto es para que él aprenda sobre la realeza y saberse comportar, cuando llegue a pisar el palacio de sus abuelos.

—Su alteza, debe tener cuidado cuando esté tomando alguna bebida, tanto dentro como fuera del palacio. Su dedo meñique debe levantar, ya que, eso es sinónimo de elegancia y respeto hacia la monarquía —el profesor le informa a mi pequeño hijo.

Con tan solo dos años y le dicen su alteza.

¿Qué tipo de título tendrá él si su madre es Lady?

—¡Espalda erguida, su alteza! —reprenden a mi hijo—. Lady Alexia, pido una disculpa, pero debo hablarle con firmeza —ella se mantiene en silencio—. También es recomendable que se le cambie la manera de vestir, ya que todos mantienen un tipo de vestimenta adecuada para su edad —veo fríamente a la profesora—. La manera de vestir del joven maestro, es un insulto para la realeza. Él debe aprender a guardar silencio cuando nadie ha pedido su opinión, sonreírles a todas las personas que lo saluden, ser amable con todos y no tiene permitido comer ninguna comida proveniente del mar.

—Mi hijo tiene apenas dos años, ¿Qué pretendes que sea a una edad tan corta si le quitas que se exprese? —intervengo.

—Puede hacer ese tipo de cosas dentro del palacio, pero se le debe enseñar a ser respetuoso. No es solo su hijo. El joven Mateo pasará a ser príncipe, cuando su madre sea reina —me responde obvia.

—Tiene dos años y tengo entendido que nunca se crio bajo las reglas de ninguna realeza, profesora —ladeo la cabeza, al verla tragar grueso.

Ja, está molesta.

—Lady Alexia es duquesa de Dinamarca y obtendrá más títulos, por ende, sus descendientes automáticamente tendrán títulos reales, si su alteza no renuncia a la realeza. Es cuestión de lógica, señor Marchetti —me mira con diversión.

—Soy el esposo de su alteza y padre del joven maestro, profesora —sonrío—. Así que, si es por lógica, me tocará un título también —me burlo.

—Pero a usted nadie lo…

—Es mi esposo, Margaret —la interrumpe Alexia—. Y lo que dice Gio es verdad. Mateo no creció bajo las reglas de la realeza. Estoy aceptando las clases de protocolo para que Mateo tenga conocimiento de la vida que llevó su madre, pero no lo haré pasar por las extremas y estrictas clases de protocolo —mira a nuestro hijo—. Él decidirá que tipo de vida llevará, pero la crianza se la daremos nosotros.

—¿Entonces para qué fui llamada, su alteza? —pregunta, incómoda, la profesora.

—Para que le des clase a mi hijo —responde con una sonrisa—, pero no al punto de ofender su tipo de ropa o como debe actuar dentro de casa. Será educado para prepararse al mundo exterior, pero no lo reprimiré.

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