Capítulo IX

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En algún lugar de Irlanda.

Días después de que Lady Alexia despertara.

Primera persona desconocida.

¿Cómo es posible que esa estúpida perdiera la memoria? Justamente ahora que era perfecto que ella odiara a Giotto y podía manejarla a mi antojo si la amenazaba con el bastardo que tiene como hijo.

Podía secuestrar al bastardo y decir que había sido Giotto. Ellos se odiaban y ella no le creería su falsa inocencia. A buena hora vino a perder la memoria y solo recordar los maravillosos momentos que tuvo con ese imbécil.

Hubiese sido mejor que los disparos que te dieron te los hubiesen dado en la cabeza o algún lugar que te dejara en coma para toda la vida.

—¡¿Dónde demonios están las cosas que estaban aquí?! —le grito a uno de mis aliados.

—Lo siento, no sabemos realmente qué sucedió —se excusa nervioso.

—¡Lárgate de aquí antes de que te mate! ¡No sirves para nada! —le vuelvo a gritar.

Sale casi corriendo de la oficina después de mirarme con miedo.

Mierda, esto puede ser muy problemático para mí.

Los vídeos, fotos, audios y alguna de las cosas con la que he mantenido acorralada a Alexia, han desaparecido.

—¿Por qué una mujer tan guapa está frunciendo el ceño? —la voz de Giotto me sobresalta.

—¿Quién te dejó entrar? ¿Por qué estás aquí? —pregunto nerviosa.

—Te falta aprender a esconderte mejor —se burla—. Tampoco sabes tratar a los invitados. ¿Acaso te olvidaste de que soy extremadamente perfecto e inteligente?

—Vete... yo no hice nada, por favor —me acerco a la puerta abriéndola.

Seis hombres pasan armados a la oficina y me obligan a sentarme en un sillón. Lo veo sonreír y siento el miedo invadiendo mi interior.

—Solo vine a saludar a mi vieja amiga... —le entregan algunas cosas y me ve—. Hola, querida Enya. Tanto tiempo sin verte —se burla.

Empiezan a sudarme las manos, él me entrega las cosas que se habían perdido y miro su rostro inexpresivo.

—¿Por qué las tienes tú? —lo miro confundida.

—Porque ya tengo una copia de ellas y ahora no las necesito —me ve con inocencia—. Quería intentar por lo menos la mitad de las cosas con la que amenazabas a Alexia, pero me das asco.

Lo veo suplicante.

—Yo no tengo la culpa... solo estoy obedeciendo lo que me han pedido —pido casi en un ruego.

Se acerca de forma amenazante y me levanta de la silla jalando de mi cabello.

—¿Tú? ¿La nieta del líder de la mafia irlandesa? ¿La mujer que destruyó mi vida el día de mi matrimonio? —me toma de la mano haciéndome daño—. ¿Piensas que tendré consideración por ti? Soy demasiado perfecto para tener bondad en mi interior, Enya.

Me suelta con tanta fuerza haciéndome caer al suelo.

—Dile a la persona que está detrás de esto, que Giotto Marchetti tomará venganza de todo lo que hicieron —abro mi boca sorprendida—. También agradezco el ataque a Alexia porque haré público todas las fechorías que hacían en el palacio.

—Ayúdame... habla con mi abuelo para que no me quite el apoyo, por favor... —suplico poniéndome de rodillas—. Él me dijo que no me metiera contigo, pero no quise hacerle caso. Odiaba a la mujer que estaba contigo en ese entonces.

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