Narra ____.
Lo encontré tumbado en uno de los sofás. Estaba descalzo y tenía los ojos cerrados así que aproveché para gastarle una pequeña broma. Pasé mi dedo índice con cuidado por la planta de uno de sus pies haciendo que pegara un pequeño grito y encogiera la pierna rápidamente. Abrió los ojos y me miró desconcertado mientras que yo me reía.
-Camilo- ¡No hagas eso!
-____- Pero es que era taaaan tentador... Además, que tu me digas que no lo haga no es suficiente razón para no hacerlo.
-Camilo- ¿Quieres razones? Razón número uno, tengo cosquillas, razón número dos, tus manos están muy frías.
Fingía enfado, pero una pequeña sonrisa se le escapó al volver a mirarme.
-____- ¿Así que cosquillas eh?
Me acerqué amenazante mientras que él retrocedía sobre el sofá.
-Camilo- Ah no, no no no no no.
Rei para volver a mirarlo.
-____- Esta vez te lo perdono pero Isabela quiere verte en su cuarto.
-Camilo- Entonces iré, ya veo que tu ya tienes algo con lo que dormir.
-____- Si, te espero aquí.
-Camilo- Prometo no tardar.
Se convirtió en Luisa para irse corriendo en dirección a las escaleras. Lo seguí con la mirada hasta que desapareció de mi alcance. Por mi parte decidí que ya era hora de devolver la prenda que el joven me había prestado, así que me quité la ruana y la doblé para dejarla con cuidado sobre el brazo del sofá.
Dudé sobre que hacer mientras esperaba a que Camilo regresara cuando Dolores llegó junto a mí. La miré sonriente y ella soltó una pequeña risa.
-Dolores- ¿Sabes que mi hermano casi se creé que el único pijama disponible para él era el camisón que te mostró Isabela?
-____- No te creo...
La miré sorprendida y la joven se limitó a asentir mientras contenía la risa. No pude evitar reir yo también al imaginar la situación.
-Dolores- Dice que luego nos quejamos de que toda su ropa tenga camaleones.
Sonreí y la chica se acercó a ver mi pijama para señalarlo con un dedo.
-Dolores- Puedes cambiarte en el baño de arriba si quieres. Vamos, te llevo.
-____- Muchas gracias.
La joven me guio escaleras arriba mientras me contaba que Mirabel estaba intentando que Antonio se metiera en la cama y que Pepa estaba a punto de intervenir.
Llegamos al baño y Dolores se despidió de mí. Yo entré a cambiarme y desenredé un poco mi cabello con las manos para luego regresar al salón con mi vestido en los brazos, donde Camilo debía estar ya esperándome.
Y allí estaba ya con su pijama puesto, realmente se veía tierno con él. El detalle de los camaleones en toda su ropa se me hacía demasiado lindo.
Estaba de pie recogiendo su ruana que yo había dejado doblada para él. Me acerqué llamando su atención haciendo que se girara hacia mí.
-____- Creo que voy a tener que empezar a llamarte Camaleoncito.
Le sonreí burlona. Se sonrojó un poco para después acercarse a mi con una sonrisa similar en su rostro.
-Camilo- ¿Lista?
Asentí sonriente. Él avanzó hacia la escalera dándome la espalda.
-Camilo- Entonces vámonos mi copito de nieve.
No pude evitar sonrojarme. Se giró a verme y pude notar como su sonrisa se ensanchaba. Fingí enfado para reprocharle.
-____- ¿Cómo que copito de nieve?
-Camilo- ¿De verdad hace falta que te explique?
Me crucé de brazos con una pequeña sonrisa en los labios.
-____- Te escucho, camaleoncito.
Suspiró para volver a mirarme sonriente. Se acercó despacio para tomar mis dos manos solamente con su mano izquierda, mientras que con la derecha comenzó a jugar con un mechón de mi pelo.
Miraba su mano enroscarse en mi cabello abstraído y comenzó a hablar de forma tranquila, casi susurrando.
-Camilo- La abuela siempre decía que cada copo de nieve era único, con su propio dibujo y sus propias características. Por eso son tan especiales. Por eso todos son hermosos.
Hablaba lento y calmado, su voz era hermosa y conforme hablaba mi rostro iba adquiriendo un tono carmín. Hizo una pausa, dejando de jugar con el mechón para colocarlo tras mi oreja mientras comenzaba a hablar de nuevo.
-Camilo- Tu eres la mujer más hermosa que he conocido, sé que eres única y para mí ya te has convertido en alguien muy especial.
Mi corazón latía rápidamente y llegado ese punto no sabía si se debía a su cercanía, a lo que me estaba diciendo o al tono de voz que estaba empleando para hacerlo. Era casi como un susurro, como si hablara para sí mismo pero quisiera que yo lo escuchara.
Fue entonces cuando en sus labios apareció una pequeña sonrisa y por fin me miró directamente a los ojos. Nuestras miradas se encontraron y yo contuve la respiración por un segundo.
Me fijé en que tenía que bajar la cabeza para poder realizar esta acción cómodamente. Su voz volvió a su tono normal cuando volvió a hablar.
-Camilo- Y creo que no tenemos ni que nombrar tu don. Aunque hablando de tu don...
Miró hacia arriba y yo hice lo mismo para darme cuenta de que sobre nosotros había una pequeña nube rosada de la que caían pequeños copos de nieve. Me fijé en su cabello rizado que empezaba a cubrirse de nieve y mis nervios aumentaron. Comencé a sacudir la nieve de su pelo mientras me disculpaba.
-____- Lo siento, no me di cuenta.
-Camilo- Que lindo la nube es rosa esta vez.
-____- Tienes razón, es raro.
-Camilo- ¿Vamos?
-____- Vamos. Por cierto, ¿no estoy muy fría?
Miré nuestras manos unidas con curiosidad aunque me ganó la vergüenza y acabé mirando hacia el suelo. El contestó despreocupado.
-Camilo- Nah, me gusta. Podría acostumbrarme rápido.
No contesté, pero el joven continuó hablando como si su misión esa noche fuera hacerme sonrojar el mayor número de veces posibles.
-Camilo- Además, si cada vez que te digo lo hermosa que eres creas adorables nubecitas rosas me propongo llenar la casita de nieve.
-____- No sé porqué era rosa esta vez.
-Camilo- Ya claro, y ahora me dirás que mi copito de nieve no se puso nerviosa.
Me guiñó un ojo con picardía y de nuevo una nube rosa se formó sobre nosotros.
-____- No me pones nerviosa.
-Camilo- ¿Ah no?
-____- No.
-Camilo- Bueno, ya arreglaremos eso en otro momento, ahora vamos.
La expresión de su rostro cambió con gran velocidad a una de molestia y el ligero sonrojo de sus mejillas se intensificó igual de rápido. Intenté divisar la causa de su enfado pero él iba por delante y no lo logré.
-Camilo- No te creo...
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Justo ahora tengo que ir a hacer una analítica, si dejo de publicar capítulos que sepáis que he muerto. Espero que os guste

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Un corazón helado. Camilo Madrigal y tu (Encanto)
FanfictionEn esta historia tú eres la protagonista. Conoces desde niña a todos los miembros de la familia Madrigal al menos de oída pues tu madre nunca te permitió salir de casa para proteger al mundo de tu don. Ahora tienes una oportunidad de demostrarle que...