La primera vez que cruzas miradas con tu alma gemela, ambos obtienen una visión de su vida juntos, en el futuro.
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La joven lanzó un suspiro de alivio luego de acabar. Soltó el bolígrafo rojizo y buscó en una rápida ojeada si existía algún fallo, y al no encontrarlo llamó a su acompañante, Hinata, cuyos labios estaban apresados por el miedo. La pelirosa sudaba frió, aún a leguas de haber empezado.
Alex vio el semblante de su amiga, le acarició el dorso de la mano mientras sonreía: "Puedo hacerlo sola, si deseas marchar...". Sin embargo, Hinata no estaba dispuesta a dejarla. Además, ella también poseía inquietudes que quería resolver. ¡Y qué mejor momento para comunicarse con Kokkuri-san! Había sido receptora de historietas, leyendas y demás experiencias; unas más ficticias y aterradoras que otras, pero que siempre le erizaron el vello de toda su anatomía.
—¡No me moveré!—Exclamó ella al instante, cortando a la morena—. Es que... me gustaría preguntarle algo.
—Oh—Dijo Alex sorprendida—. Entiendo, Hina. Te lo agradezco, amiga.
Las féminas ocuparon una de las aulas del instituto, justo en la hora del descanso, con el fin de que ningún profesor o alumno irrumpiera la práctica. Se trataba de una habitación repleta de estanterías bastante deterioradas por el tiempo y el peso que soportaban las lejas; había un centenar de ejemplares sobre el cuidado de plantas y un popurrí de colecciones sobre la existencia de estas mismas. Alex dedujo que aquel lugar pertenecía al club de jardinería, ya que a la derecha, muy cerca de la ventana, colgaron fotos grupales en los que seis estudiantes posaban sonrientes. Una le llamó especialmente la atención, se trataba de dos chicos; uno más bajo que el otro, que sujetaban las raíces de lo que parecía un bonsái. Lo estaban trasplantado en la entrada del centro.
—Que bello—Susurró Alex acariciando con sus yemas la fotografía, rozando, sin quererlo, el rostro del de gafas—. Mira, Hina, es el que ahora decora las puertas de Mizo.
—Tienes razón—Respondió la susodicha aproximándose; abrió los ojos y la boca segundos después y comenzó a reír a la vez que combatió por no ser ruidosa—. ¡Son ellos; ja, ja, ja, ja, ja! No puede ser.
—¿Ellos? ¿Quiénes; estos dos de aquí?
Alex frunció parte de su frente y cejas, tenía una mueca en los labios y parecía realmente confundida.
—Él es Makoto Suzuki, y el que está a su lado, Kazushi Yamagishi; los amigos de mi Takemichi—Señaló a cada uno al presentarlos, todavía desternillándose de la risa—. Debe de haberse hecho hace un año, ¿no? Incluso menos.
—Sí, podría ser, sí—Afirmó recordando que las flores y árboles llevaban poco tiempo en la escuela—. Bueno, ¿empezamos ya?
Hina asintió con lentitud, sin rastro de diversión en los ojos, como si hubiera olvidado por un momento la razón por la que habían llegado. La oscuridad envolvió la sala —aunque mantuvieron las ventanas de par en par—, sólo dos velas proporcionaban la luz suficiente para ver el tablero —que consistía en un folio preparado por la mismísima chica—, y sus rostros. En la hoja, Alex había dibujado una puerta "torii", a un lado de esta "SÍ"; y al otro, "NO". Justo debajo una fila de números ascendentes del 0 al 9, y para culminar la tabla, tres filas más con las letras del abecedario.
